Pablo Lavallén hace casi cinco meses asumió como técnico de Colón. Llegó en un momento complicado luego de la fallida experiencia de Julio Comesaña. Y en ocho días debía afrontar tres partidos con viajes incluidos (Aldosivi, Deportivo Municipal y San Lorenzo) y había poco tiempo de trabajo, además de heredar un plantel que no había armado.
El delicado momento de Colón: por ahora, el árbol tapa el bosque
En consecuencia, tenía atenuantes como para pensar que en poco tiempo sería difícil darle una identidad al equipo. Y así pasó ya que desde lo futbolístico el Sabalero no dejó una buena imagen, pero lo más importante es que logró los objetivos que se planteó.
Terminó mal la Superliga (derrota con Gimnasia de La Plata 3-0) y eliminado de la Copa de la Superliga (caída ante Tigre por 3-2, luego de ir ganando 2-0). Sin embargo, accedió a los octavos de final de la Copa Sudamericana (eliminando a Deportivo Municipal y River de Montevideo) y pasó la primera fase de la Copa Argentina (victoria 3-0 ante Acassuso).
Es decir, continuaba con vida en dos competencias y eso le daba aire pensando en este semestre con una pretemporada por delante. El plantel por pedido del cuerpo técnico se alojó una semana en Salta para trabajar fuera de Santa Fe y unir más al grupo.
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Llegaron los refuerzos que pidió el DT y se quedaron aquellos jugadores por los cuales el entrenador había hecho fuerza para que sigan. Con todo a su disposición y un mes de trabajo antes del debut con Argentinos, estaba todo dado para que el equipo mejore.
El primer cotejo ante el Bicho como local dejó una enorme preocupación además del resultado adverso (perdió 1-0). Colón volvió a jugar mal, pero además no mostró ningún síntoma de mejora. Como si el tiempo no hubiese pasado. Un calco del semestre anterior.
Pero los 90' en el Diego Armando Maradona encendieron la ilusión, Colón dio vuelta la serie, ganó 1-0 y se impuso en la definición desde los 12 pasos. Más allá del resultado, ese día el Sabalero mostró una actitud distinta que le permitió superar a un adversario muy complicado y en su cancha.
Así las cosas, Colón se metía en cuartos de final de una Copa, algo que no lograba desde el año 1998 cuando accedió a esa instancia en la Copa Libertadores. Y ese estímulo podía repercutir de manera positiva en el inicio de la Superliga.
Y eso no sucedió, ya que la derrota ante Patronato implicó un retroceso enorme, al punto tal que la gente reprobó al equipo en el final con una catarata de silbidos ( y particularmente cuestionó a Lavallén), cuando hacía una semana había conseguido el pase a cuartos de la Sudamericana.
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En poco tiempo, Colón y su DT dilapidaron el capital conseguido en la Copa. Aún así el resultado en la Sudamericana es lo que sigue sosteniendo a Lavallén, ya que de haber sido eliminado ante Argentinos, luego de la caída ante Patronato su continuidad podría estar en duda.
En consecuencia, por ahora, en Colón el árbol tapa el bosque, porque las estadísticas dan cuenta que está en cuartos de final de la Sudamericana, con una llave favorable, y que tiene por delante el cotejo ante Sol de Mayo por Copa Argentina. Torneo en el que varios equipos de Primera ya quedaron eliminados y Colón sigue compitiendo.
Así las cosas, Lavallén podrá ampararse en que los objetivos planteados, por ahora los viene concretando. Pero si se analiza la película y no la foto, la realidad marca que Colón no evidencia progresos en el tiempo. Y que el equipo sigue sin saber a qué jugar.
Las estadísticas en la Superliga son contundentes, ganó un solo partido en el año, como local ante Argentinos (28 de enero) y hace 10 encuentros que no suma de a tres. Y encima el Rojinegro está comprometido con el promedio.
Por ello, la zanahoria de la Copa distrae el objetivo de sumar puntos en el torneo local y eso resulta peligroso, ya que Colón no puede seguir dejando unidades en el camino. Y menos ante un rival directo como sucedió con Patronato.
Encima, Lavallén no ayuda, cuando en conferencia de prensa aseguró: "Lo más preocupante y a lo que no le encuentro explicación es por qué no puede ganar en la Superliga, en función de lo que demostró hace una semana con Argentinos".
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Si el propio técnico no tiene respuestas para entender el mal funcionamiento del equipo, difícil será encontrar el camino para salir de esta situación. Si la cabeza falla, el cuerpo también. Y eso es algo que le está sucediendo al equipo.
Colón es un paciente crítico, que cada tanto se le saca el respirador artificial y respira por su cuenta. Pero son breves intervalos y por eso continúa internado en observación. Por ello, los próximos días serán determinantes para saber si tiene chances de evolucionar o se profundizará su agonía.
Jugando de esta manera no tiene chances de pensar en un futuro mejor, hasta aquí el partido con Argentinos por la Sudamericana, fue un espejismo. Resultó un oasis en el desierto, que por ahora le permite a todos evitar el incendio. Pero no hay que abusar de eso. La paciencia no es eterna y la gente ya dio su veredicto.