La Convención Constituyente en Santa Fe arrancó trabada y en un clima tenso entre el oficialismo y los distintos bloques opositores, que libran su propia batalla por posicionarse como el adversario más duro a Maximiliano Pullaro. Lejos de ser un trámite, la reforma de la Carta Magna será un camino sinuoso y con discusiones ásperas. Nadie va a regalar nada.
Reforma constitucional: un comienzo con el cuchillo entre los dientes
Maximiliano Pullaro marcó el tono de la Convención y los opositores se lanzaron a la competencia por quién se calza el traje del adversario más duro

Por Mariano D'Arrigo

Foto: La Capital / Leonardo Vincenti.
La reforma constitucional comenzó trabada y con temperatura elevada entre el oficialismo y la oposición.
El gobernador hizo la apertura política de la Convención. Enmarcó la Constituyente en un proceso más largo de transformaciones, pero también la encuadró en la impronta reformista de su gobierno.
Parado como el líder de una virtual mayoría, Pullaro trazó dos caminos posibles: o se consolidan privilegios o se profundiza la transformación.
La mención a Carlos Sylvestre Begnis, Aldo Tessio, Jorge Obeid y Miguel Lifschitz como liderazgos que apuntaron a fortalecer la democracia y modernizar el Estado fue un gesto de ecumenismo a las principales tradiciones de la política santafesina, como el radicalismo, el peronismo y el socialismo.
Pullaro también apuntó a exorcizar el fantasma de que la Convención está atada a sus necesidades y las del oficialismo. “La Constitución que soñamos no es para el gobierno sino para el pueblo”, planteó.
El rol de Maximiliano Pullaro
En el transcurso de la Asamblea el gobernador pareció aburrirse. Sí sonrió y le hizo el gesto de puño cerrado a Felipe Michlig, su padre político, cuando eligieron al cacique del departamento San Cristóbal como presidente de la Constituyente.
También miró fijo a Juan Monteverde, cuando quien encabezó la lista de Más para Santa Fe lo interpeló por su mayor cuota de responsabilidad en el devenir del proceso constituyente.
En Unidos entienden que el gobernador tendrá más protagonismo en las sesiones plenarias que en las reuniones técnicas. “El pulso y el termómetro de las comisiones nos servirán para ver cuándo aparece Maxi y cuándo no”, dijo un negociador de la alianza.
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En el oficialismo no quieren alimentar la idea de una provincia acéfala mientras dure la Convención. "Seguiremos híper activos", aseguraron en el vértice de la coalición.
También se juega una cuestión de oportunidad. Para los bloques opositores puede ser tentador cruzar al gobernador, hacer un recorte para las redes sociales y generar impacto. Un riesgo, reconocen en el oficialismo, imposible de eliminar. “Sí tenemos que evitar los errores no forzados”, plantearon.
La disputa de cartel en la oposición
El primer acto de la Convención mostró a distintos referentes, sobre todo opositores, en busca de protagonismo.
“Van a ver a una Amalia recargada”, dijeron cerca de Granata en las escalinatas de la Legislatura. Y así fue: con más de veinte años de experiencia en el mundo mediático, la diputada provincial celeste sabe generar hechos de impacto.
Con sus cañonazos contra Michlig, Granata buscó copar el espacio de la anticasta. Incluso le hizo una sutil marcada de cancha a La Libertad Avanza (LLA), a quienes catalogó como nuevos en la arena parlamentaria santafesina.
La posta en el mileísmo la tomó Nicolás Mayoraz. Sin el perfil disruptivo ni el entrenamiento en el escándalo de Granata, el diputado nacional dijo que su impugnación judicial a la ley de necesidad de la reforma sigue en pie, a pesar de que como espacio político participaron de las elecciones y se sentaron en sus bancas.
De todos modos, en el oficialismo sí destacaron por lo bajo que Mayoraz había hecho la tarea y discutía sus planteos con argumentos. Una forma de disputa diferente al barro que propone Granata.
En el peronismo, Monteverde apareció como la voz más crítica de un bloque donde conviven distintas tribus, con lógicas e intereses diversos. Sin una jefatura clara como sí tiene Unidos, será un desafío para el PJ procesar las diferencias y que los doce integrantes voten en el mismo sentido, al menos en los temas más sensibles.
No es un dato menor que a Monteverde le respondió Esteban Motta. Radical, cara de una nueva generación que llega al Senado y de perfil productivo, el representante del departamento General San Martín es una referencia que al pullarismo le interesa apuntalar.
Acuerdos contrarreloj
Además de diseñar una nueva arquitectura de poder para la provincia para las próximas décadas, la Constituyente será una vidriera para dirigentes que apuestan a meterse o consolidarse en las grandes ligas de la política.
Hace 31 años, también en la ciudad de Santa Fe, Elisa Carrió, Carlos "Chacho" Alvarez y Cristina Fernández de Kirchner aprovecharon la reforma para proyectarse como figuras políticas nacionales.
Jóvenes y experimentados deberán acomodarse a un proceso complejo, en el que todos son debutantes. Los dos cuartos intermedios para acordar el reglamento y la composición de las comisiones fue un síntoma de que el oficialismo y la oposición llegaron al día clave sin acuerdos profundos, ya no sobre el texto de la nueva Constitución sino acerca de las propias reglas de juego.
Al menos, sí pudieron establecer un entendimiento mínimo para definir las autoridades. Ahora todo deberá acelerarse y en los sesenta días que dure la Constituyente los convencionales deberán combinar velocidad y precisión. Una cuestión delicada cuando está en juego la estructura institucional de la provincia para las próximas décadas.
La internación de urgencia de Alejandra "Locomotora" Oliveras cayó como una bomba en la Convención y llevó a que oficialistas y opositores busquen una salida para una situación no prevista. Encima, la exboxeadora era una pieza clave de la mayoría que contaba Unidos para formar el quórum.
De todos modos, la Convención arrancó con una dinámica muy palaciega. Habrá que ver hasta dónde se la apropia la sociedad con el transcurso de los días. Ajena a los debates que se cocinan en la Legislatura, la ciudad de Santa Fe aparecía con el ritmo de una ciudad de vacaciones de invierno.
Si la reforma de 1962 estuvo marcada por el debate de cómo fortalecer gobiernos débiles jaqueados por la proscripción del peronismo y la amenaza siempre latente del golpe de Estado, la Constituyente de 2025 está atravesada por el clima de apatía de la sociedad: cada vez más personas se repliegan sobre su mundo privado y se desconectan de la política.
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Aparte de redactar una nueva Carta Magna, una de las tareas de los convencionales es acercar la distancia entre la sociedad y la política. Para eso, la Constitución debe ser una herramienta no sólo legal sino también vista como legítima, con un respaldo transversal y destinada a mejorar la calidad de vida de los santafesinos.