Puede que ahí fuera haya alguien que necesita justo lo que tú ofreces… y que todavía no tenga ni idea de que existes. No es que tu marca no valga la pena, ni que estés haciendo nada “mal”; simplemente, aún no has conseguido aparecer en su radar. Y eso, lejos de ser un problema, es una oportunidad.
¿Y si tu cliente ideal aún no sabe que existes?
La clave está en entender cómo se mueven las personas antes de tomar una decisión de compra. Para ello, es necesario saber cómo generar ese primer “clic” que hace que alguien se interese, te recuerde y, con el tiempo, confíe en ti.
El punto ciego
Vivimos rodeados de estímulos: anuncios, mensajes, vídeos, notificaciones… Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, recibimos un bombardeo constante de información. En medio de ese ruido, tu marca compite, sin que la mayoría de la gente sepa siquiera que existes.
Y es lógico. Las personas no nos levantamos cada mañana pensando “voy a buscar una nueva marca a la que seguir”. Todos tenemos rutinas, costumbres y fuentes de información que ya forman parte de nuestro día a día. Si no estás dentro de ese círculo, simplemente no apareces en su mente.
Esto no quiere decir que no tengas algo valioso que ofrecer, sino que tu primer reto no es vender, sino lograr que alguien se fije en ti por primera vez.
Estar presente antes de que te necesiten
Muchas empresas centran todos sus esfuerzos en llegar a personas que ya están buscando una solución concreta. Pero hay mucha más gente que aún no sabe que tiene una necesidad…
No se trata de presionar ni de lanzar mensajes agresivos de venta, sino de aparecer de forma natural. Puede ser con un artículo que aporte valor, un vídeo útil, una charla interesante o incluso una interacción espontánea en redes sociales. Lo importante es que, cuando surja la necesidad real, tu marca ya no sea una completa desconocida.
La historia que hace que te recuerden
Para que alguien que no te conoce sienta interés, necesitas una historia que contar. Las personas conectan con lo que vendes, pero también con lo que transmites. Una buena historia habla de tus valores, de tu propósito, de por qué haces lo que haces. Cuando alguien descubre tu marca a través de una historia bien contada, te recuerda por cómo le hiciste sentir.
Acompañar el camino paso a paso
Cada relación entre una persona y una marca pasa por distintas etapas. Al principio, no hay conexión. Después llega el descubrimiento, la exploración y, si todo va bien, la interacción directa. Entender ese recorrido es fundamental para saber cuándo y cómo aparecer en escena. Comprender el customer journey te permite visualizar dónde estás perdiendo oportunidades y cómo crear puntos de encuentro auténticos. Tal vez sea a través de un anuncio que despierta curiosidad, un post que aporta valor o una recomendación de alguien de confianza. Cada pequeño contacto cuenta.
Primero confianza, luego venta
Un error muy común es intentar vender en el primer contacto. Pero cuando alguien acaba de conocerte, lo que necesita son motivos para confiar.
Y la confianza se gana con gestos sencillos como mostrar coherencia, compartir conocimiento sin esperar nada a cambio, ofrecer ejemplos reales que respalden lo que dices. Piensa en esa sensación de descubrir a una marca que te habla claro, sin presionarte. Eso genera seguridad.
Si logras que la primera interacción sea agradable, aunque sea pequeña, ya estás sembrando una relación que puede crecer.
Enseñar en lugar de insistir
A veces, en lugar de intentar convencer, es mucho más eficaz enseñar. Compartir lo que sabes sin esperar una venta inmediata proyecta credibilidad y cercanía.
Educar no significa dar clases magistrales. A veces basta con explicar bien cómo resolver un problema común, dar un consejo útil o inspirar una nueva forma de hacer las cosas. Cuando ayudas sin presionar, las personas lo recuerdan.












