Dos temporadas le bastaron para convertirse en ídolo de Colón. Protagonista de uno de los logros más importantes en la historia de la institución como lo fue el Ascenso a Primera División luego de peregrinar 14 años en la segunda categoría del fútbol argentino. Pero además fue goleador en aquella campaña inolvidable que terminó con tanto sufrimiento. Por todo eso, Miguel Ángel Gambier se ubica en el Olimpo de los elegidos y su recuerdo será permanente en los corazones rojinegros. Se despidió la persona, pero quedó una marca indeleble en el pueblo sabalero que se traduce en su don de gente y en los goles que gritó.
El recuerdo imborrable del Pampa Gambier

Por Valentina Fassi

El Pampa desarrolló una etapa estupenda en Colón y sus números son realmente espectaculares si se toma en cuenta la campaña en la "B" Nacional. Llegó para hacer goles y darle alegría a los hinchas que venían penando desde hacía mucho tiempo. Y lo cumplió con creces, porque no solo colaboró para que el Sabalero ascienda sino que después ayudó para mantenerlo en Primera División.
Llegó al club con 35 años, en la etapa final de su carrera, pero aún así el presidente José Vignatti confió en sus condiciones dada la trayectoria con la que contaba el delantero. Y no se equivocó porque rápidamente comenzó a pagar con goles. Su primer tanto con la camiseta rojinegra lo convirtió en la 2ª fecha de la temporada 94/95.
Fue el 4 de septiembre de 1994 en el triunfo como local frente a Atlético Tucumán por 2-0. Desde los 12 pasos el Pampa tuvo su bautismo en la red en lo que fue el puntapié inicial para edificar un porcentaje de eficacia notable.
En la campaña que devolvió a Colón a Primera, el delantero anotó nada menos que 25 goles, una cifra realmente impresionante y que fue determinante para alcanzar dicho objetivo. Y eso que en el medio tuvo una racha de siete encuentros en los que no pudo convertir. En la temporada regular marcó 22 tantos a los que se sumaron los tres que convirtió en el octogonal. Uno ante Godoy Cruz en las semifinales en el triunfo como local por 5-1 y los más recordados que son los dos ante San Martín de Tucumán en la final disputada en el Brigadier López que finalizó con la victoria de Colón por 3-1 y el tan ansiado retorno a Primera División.
Luego de esa proeza, la dirigencia rojinegra lo mantuvo en el plantel pese a que tenía 36 años y en consecuencia el Pampa tuvo la chance de jugar una temporada más. En este caso los números no fueron los mismos, pero nuevamente fue clave para anotar un gol que significó demasiado.
En el Clausura 96 y por la 14ª fecha Colón recibió a Belgrano el domingo 23 de junio de 1996 con la necesidad imperiosa de ganar si pretendía continuar con chances de mantener la categoría. El partido estaba igualado y en el final Javier Castrilli sancionó un penal en favor del Sabalero por una falta del arquero César Labarre al Pampa. El silencio y la angustia se apoderó de todos los presentes.
Sin embargo, Gambier no dudó fue a buscar el balón se paró de frente al arco que da espaldas al Fonavi, tomó una larga carrera y ejecutó con una frialdad digna de un especialista engañando al arquero que eligió el caño derecho y el balón fue a parar al lado del caño izquierdo. Un gol que se festejó como un campeonato teniendo en cuenta que Belgrano era el rival directo en la lucha por el promedio y el que finalmente terminó perdiendo la categoría.
Fue precisamente su último gol con la camiseta rojinegra, las coincidencias indican que el primero y el último los anotó en el Brigadier López. En el lugar que más cómodo se sentía, al lado de los hinchas que siempre le brindaron su cariño.
Pero más allá de sus cualidades futbolísticas, todos coinciden en el profesionalismo y la calidez humana que lo caracterizaban y eso al fin de cuentas eso es lo más importante. Colón llora al goleador, pero más a su condición de buen tipo.
Del Pampa tengo los mejores recuerdos en una época en la que éramos un grupo muy unido y él era un referente. Yo tenía un trato muy especial con el Pampa porque era una especie de guía en un plantel en donde había muchos hombres. Realmente me duele muchísimo lo que sucedió porque era un ser humano extraordinario y un profesional con todas las letras. Me acuerdo muchísimas cosas de él, hasta hoy uso una frase que el Pampa decía "me voy a la clase de piano". Él cuando no jugaba venía con sus zapatillitas blancas de tenis y decía "jueguen que yo tengo clase de piano", se daba media vuelta y se iba. Son cosas que me quedaron de él y que el día de hoy las uso con mis amigos. Era un tipo muy querido en el ambiente del fútbol y el Pampa estaba dentro del grupo de las buenas personas que cuando se termina el fútbol queda la condición humana. También tengo una anécdota que un día entró al vestuario golpeó una reja y le dijo a Lucho Pérez (utilero) que prepare sus cosas porque se iba. Y le dijimos "¿Pampa adónde vas?". Por suerte después reflexionó y se quedó ya que hubiese sido muy difícil ascender sin él teniendo en cuenta el promedio de gol que tenía. Pero sin dudas que tengo el mejor recuerdo del Pampa.
El Pampa fue muy importante para mí, porque en diferentes momentos me ayudó. Mi primera concentración en Colón la compartí con él y el Chavo Comas en el debut ante Laferrere. Tengo los mejores recuerdos, era un tipazo, se preocupaba por cómo estaba el plantel, por la motivación que tenía cada jugador. Le ponía mucha alegría al grupo y a los más chicos nos daba la palabra de aliento para seguir adelante y nos aconsejaba. Cuando comenzó a meter goles mostraba el 9 de la camiseta, porque al principio se le negaba el gol y era un poco resistido, pero una vez que comenzó a meterla no paró más y fue goleador. Era una persona que le aportaba buen humor al grupo que siempre metía algún chiste, muy buena gente y además positivo. Entrenaba a la par de sus compañeros pese a ser el más experimentado y dentro de la cancha era muy importante; fue decisivo en la campaña del Ascenso. Él absorbía la presión y dentro de la cancha nos respetaban más, porque se paraba delante de los árbitros para marcar presencia. Metió un gol clave ante Belgrano que si no lo hacía descendíamos. Castrilli dijo "se patea el penal y se termina". Yo no sabía si darme vuelta o mirar. El tipo lo pateó con una categoría bárbara. Pero más allá de lo que dejó como jugador lo más importante fueron sus condiciones humanas.
Cuando suceden estas cosas te chocan mucho, en estos momentos uno se encuentra mal por esta situación, porque el Pampa fue muy amigo mío, compartimos muchas cosas en lo personal y también familiar. Y además estuvimos en el plantel que ascendió a Primera y ese fue un logro espectacular para nosotros y para todos los hinchas de Colón. Era muy alegre, disfrutaba mucho de lo que hacía y muy compañero, era un líder positivo y el capitán del barco. Uno lo tomó como referente, porque era un ejemplo de vida como profesional, llegaba temprano a los entrenamientos y se iba último. Estaba en todos los detalles, era una gran persona y un tipo de familia. Esta noticia nos chocó a todos, y a mí me golpeó mucho. Con el correr de las horas nos damos cuenta que perdimos un ser muy querido y que dejó muchas cosas en la institución, por lo cual tengo mucho que agradecerle. Uno de los recuerdos que tengo es en la final con San Martín de Tucumán que le doy el pase de gol para que convierta el tercero y después nos abrazamos con toda el alma para festejar ese tanto. Viví muchas cosas en el fútbol y recorrí varios lugares y personas como él no conocí nunca. Alguien que peleaba por nosotros, que iba al frente y que si te hacía falta algo te lo conseguía o te lo daba él. Un tipazo, muy humilde y extremadamente ganador.