Este miércoles se inauguró la supercomputadora más potente del país en Córdoba capital, costó 371.000 dólares y pertenece a la Universidad Nacional de Córdoba. Se encuentra en el Centro de Computación de Alto Desempeño de la UNC, tiene una capacidad pico de 156 billones de operaciones con números decimales por segundo y será utilizada para proyectos en astronomía, química, biotecnología, ciencias sociales, estadística, física e ingeniería, entre otros. Uno de los científicos que trabajó en el proyecto apuntó contra el voto electrónico.
Uno de los científicos que manejará la supercomputadora del país cuestionó el voto electrónico
En diálogo con el programa La Mañana de UNO (de 7 a 9 por FM 106.3 La Radio de UNO), Nicolás Wolovick, doctor en Ciencias de la Computación, describió a la supercomputadora como “una flota de camiones rápidos y en autopistas de 32 carriles”, ya que “es capaz de cargar muchísimas cosas y transportarlas de un lugar al otro, o sea, de calcular una cantidad masiva de información”.
“Hay veces que la gente tiene la idea de que se parece a un Fórmula 1 o una moto de carrera, pero no es exactamente esa la idea. No es que sean extremadamente rápidas cada una de las partes de la computadora, sino que son muchísimas partes”, explicó Wolovick, integrante del Centro de Computación de Alto Desempeño de la UNC.
La computadora, llamada Serafín en honor a un querido personaje de Fontanarrosa, tiene 3.840 núcleos “muy rápidos y muy potentes”, con mucha capacidad RAM y de red. Para comparar, una computadora de escritorio puede tener 4, 6, 8 núcleos. “Eso es una supercomputadora: una PC pero con capacidades específicas para poder usarlas como una sola, como una sola gran máquina”, dijo el experto.
Su adquisición se dio gracias al Programa de Adquisición de Grandes Equipamientos (Page) que impulsa la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la universidad, y fue el equipo de 100 personas que salió primero en el concurso.
Un universo de posibilidades
“Uno está ahí y se acostumbra a ver personas que lanzan cálculos que tardan una semana. Es absolutamente normal en el sistema científico hacer, por ejemplo, simulaciones de moléculas”, dijo Wolovick, y explicó que esto se hace representando una molécula con cada átomo, y la fuerza que se produce entre ellos. “Tenés que simular los primeros 15 nanosegundos de esa molécula, cómo se va a estabilizando y cómo se va moviendo para definir propiedades. Agarrás cinco o seis nodos de los 60 de Serafín y hacer esa simulación tarda cinco, seis, siete días, con todas las máquinas a pleno, al 100%”.
Uno de los principales usos que se le dio a las supercomputadoras del mundo durante la pandemia es, justamente, investigar al coronavirus. Apenas se desató la pandemia, el centro de computación se dedicó, utilizando las otras computadoras del establecimiento, si los medicamentos conocidos podrían contrarrestar al SARS-COV2-19.
“Se toma la molécula del virus, se modela el virus, se modelan los medicamentos y se van probando. Esto se llama screaning de fármacos”, contó el investigador. “Uno tiene una base datos, por ejemplo 10.000 fármacos, y prueba cada uno contra la molécula y ve qué resultados produce; a partir de eso tenés candidatos potenciales que te pueden ayudar, y después sí lo llevas a laboratorio. Es una cantidad de cálculo masivo y es impresionante la necesidad que hay en el sistema científico y tecnológico de todos estos cálculos”.
Según el referente, en el sistema científico solo se prueban en laboratorio aquellos elementos que ya hayan pasado por todas las simulaciones computacionales, ya que así los costos bajan muchísimo. “La diferencia entre simular versus hacer las pruebas de laboratorio es muy grande, entonces en definitiva es una máquina que ahorra dinero”, precisó.
Ciencia argentina
Al pensar en todos los avances científicos que permiten este tipo de simuladores, la llegada de Serafin es valiosísima, pero no suficiente. “Hay un listado de las 500 supercomputadoras más potentes del planeta, se conoce como Top 500. En ese listado, nos tomamos el trabajo de fijarnos cuál era la última de esas 500 computadoras. Serafín es el 8% de la última supercomputadora del Top 500”, advirtió el científico.
“Necesitamos muchísimo más. Países con PBI similares, como por ejemplo Polonia, tienen 10 veces más inversión en supercomputación que la Argentina. De todos los países del G20, Argentina es el único país que jamás tuvo un clúster en el Top 500. Hay una deuda fuerte ahí porque todos los indicadores muestran que tenemos que tener una supercomputadora en ese ranking de las 500 más fuertes”.
A partir de estos datos, sorprende la capacidad de producción científica en nuestro país, considerando el atraso en computación tan marcado con respecto al resto del mundo. De hecho, es tal la importancia de esta tecnología, que existen regulaciones internacionales en cuanto a la cantidad de supercomputación que cada país puede tener. “Hay un acuerdo internacional sobre armas de todo tipo, y las supercomputadoras figuran en ese acuerdo”, dijo Wolovick. “La supercomputadora es algo poderoso, peligroso y que también puede tener mal uso”.
De todas formas, recalcó que la Serafín es el 8% de la última computadora del Top 500, así que no tiene demasiado poder. “Necesitamos que el país esté al nivel de inversión que por el PBI, por la producción científica per cápita, por la cantidad de científicos per cápita que tenemos, sea razonable a nivel mundial”.
Y agregó: “El futuro es eso, es tratar de llegar a lo que deberíamos tener según nuestro nivel socioeconómico y de producción científica”. Serafín y todos los clústers alojados en el Centro de Computación están disponibles a todo el sistema científico tecnológico del país, con la posibilidad de encargar una “cálculo” o “cuenta” simplemente contactándose con el equipo.
¿Qué tan grande es?
La supercomputadora más potente de Argentina cuenta con 16 chasis, de más o menos unos 20 centímetros de alto, 70 centímetros de profundidad y 50 centímetros de ancho. “Son bastante pesaditos”, contó el experto. “Toda Serafín llegó en tres palets que vinieron primero en avión desde California hasta Miami, después de Miami a Chile y después llegaron en camión hasta la Aduana de Córdoba”.
“Los técnicos del Centro de Computación las colocan en racks que son una especie de estanterías específicas para computadoras, y en este momento Serafín está ocupando tres racks. No es muy grande porque hay mucha miniaturización en la computación, cada vez tenés dispositivos más potentes y más chiquitos”.
Consultado sobre la elección en el nombre, el científico relató: “Empezamos simplemente una línea de nombres. En algún momento hubo una primera supercomputadora, que ya está apagada, que se llamó Cristina por una investigadora de Ciencias Químicas. A partir de esa apareció una segunda computadora importante y en un momento se nos ocurrió ponerle Mendieta porque nos pareció simpático”.
“¿Quién no es fanático de Fontanarrosa? Es como el dulce de leche, es parte del ser cultural argentino”, bromeó.
Todo el software instalado en Serafín tiene que ser libre o con licencias compradas, aunque por ahora todo es software libre. “No se puede minar bitcoins porque en ese sentido no está haciendo ninguna producción real de capital, en el sentido tradicional”, dijo Wolovick. “Nosotros nos manejamos con producción de capital tradicional y todos los proyectos que tenemos obviamente pasan por un escrutinio, sabemos quiénes son las personas que están corriendo, controlamos lo que está corriendo y además hay un sistema que controla todas las corridas que no se pasen de tiempo, que no se pasen de memoria, que no se pasen de uso”.
El voto electrónico
Wolovick fue uno de los expertos en informática que participó en las comisiones del Senado cuando se debatió en 2016 la implementación del sistema electrónico, con una postura fuertemente a favor de la boleta única de papel.
“Cuando media una computadora entre el votante y el voto no se puede asegurar absolutamente nada acerca de que la computadora registre fielmente lo que votante votó. En ese sentido no es un sistema transparente”, expresó. “Todos podemos ser fiscales, pero si vos pones una computadora en medio solamente las personas que tengan un conocimiento informático y realmente muy fuerte, puedan decidir si hay algo raro”.
Y recalcó: “Una caja de cartón, cualquier persona, hasta una persona no vidente, puede detectar si tiene doble fondo y está, como se dice comúnmente, «embarazada». En una computadora que esté «dopada», como le decimos nosotros, es difícil que hasta una persona con mucha calidad técnica se dé cuenta”.
Finalmente, concluyó que todavía estamos bastante lejos de una alfabetización informática colectiva y que el camino es “que todos los niños aprendan computación de verdad y hacer una una ciudadanía digital mucho más responsable”, aventurando que quizás en 50 años podría implementarse el voto electrónico. “Pero por ahora yo digo que es una locura”.
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