De la mano de un proyecto educativo que se puso en marcha en el Colegio San José de las Hermanas Franciscanas, estudiantes de los 6° grados de ambos turnos se unieron para trabajar en la realización de mil grullas de origami que enviaron con deseos de paz a la ciudad japonesa de Hiroshima, en el marco de un nuevo aniversario del día en que una bomba atómica hizo desaparecer a gran parte de sus pobladores durante la Segunda Guerra Mundial.
Estudiantes santafesinos enviaron 1.000 grullas y deseos de paz a Hiroshima
Por Loreley Duré
"El disparador fue el cuento "Las mil grullas", de Elsa Bornemann", comenzó a relatar en diálogo con UNO la coordinadora del espacio Hora de Biblioteca de la entidad, Telma Fernández, quien detalló que a partir de ello "los chicos se dividieron en grupos y comenzaron a buscar información sobre Hiroshima, la bomba, los sobrevivientes y las consecuencias que trajo esta tragedia".
Fue en ese marco que los alumnos descubrieron la historia de Sadako Sasaki, una niña de 11 años que mientras estaba internada en el hospital de la Cruz Roja de Hiroshima y Chizuko -a causa de una leucemia causada por la exposición a la radiación- conoció a otra pequeña que le contó la existencia de una antigua leyenda japonesa que dice que quien pide un deseo de corazón y pliega 1.000 grullas de papel (senba tzurú), logra que el mismo se cumpla en recompensa por el esfuerzo y dedicación. En ese marco, Sadako empezó esta tarea, pidiendo por su recuperación, pero al sentir que no se salvaría, cambió su deseo y pidió que "el horror de la guerra no afecte a más inocentes".
El 25 de octubre de 1955, a la edad de 12 años, la niña falleció, y sus compañeros de escuela realizaron 1.000 grullas por la paz y lograron levantar un monumento en su memoria en 1958, que se erige en el Parque de la Paz de Hiroshima junto a una placa que dice: "Este es nuestro grito, esta es nuestra plegaria: queremos un mundo de paz".
"Este relato los conmovió mucho, tal vez por la edad de Sadako, casi la misma que tienen ellos", afirmó la bibliotecaria, al tiempo que destacó que los chicos realizaron presentaciones a sus compañeros, contando sobre lo que cada uno pudo averiguar, hicieron souvenires con mensajes de paz, maquetas mostrando cómo era la ciudad antes y después del 6 de agosto de 1945 (día de la caída de la bomba); buscaron poemas y canciones que hablen de la paz, y promediando junio se contactaron con la señora Tomoko Aikawa, embajadora de la paz de Hiroshima en Buenos Aires y directora de la Fundación Sadako, quien se comprometió a llevar en persona las grullas al Parque de la Paz, adonde cada año para esta fecha llegan miles de ejemplares de todo el mundo.
En esa línea, la joven profesional se mostró feliz por el trabajo logrado y las conclusiones a las que llegaron los chicos. "Sobre todo se rescató el concepto de que los niños son niños en todo el mundo, a pesar de tener otra cultura, idioma o religión, y que el deseo de vivir en un mundo en paz, es un derecho y una necesidad de todos", dijo.
Y rescató la postura del colegio, cristiano y de carisma franciscano. "Nuestro lema es paz y bien, respetamos las diferencias y nos unimos a su plegaria, con este humilde gesto de la confección de la senba tzurú, hecha con amor y alegría".
Por otro lado, Telma invitó a los padres de los niños que asisten a la institución a acercarse a conocer los afiches y trípticos que los mismos confeccionaron, que aún se exhiben en el patio y la biblioteca. Para cerrar comentó que para esta segunda etapa del año, trabajarán con los chicos en la detección de situaciones problemáticas que pueden afectar a la paz cotidiana, en el ámbito en que cada uno se desenvuelve (familia, amigos, compañeros de grado), con el fin de pensar juntos de qué manera se pueden sobrellevar, contribuyendo a la cultura de paz.