El sacerdote argentino Enrique González, destacado en Siria, reveló este lunes que la caída del régimen de Bashar al Asad en aquel país causó sorpresa desde que los rebeldes tomaron la ciudad de Alepo, ya que "era algo que nadie sospechaba ni esperaba".
Un cura argentino en Siria contó que la caída de Bashar al Asad fue una sorpresa: "Nadie lo esperaba"
Enrique González comentó que cuando los rebeldes entraron en la ciudad de Alepo, Siria, hace una semana se produjo desconcierto entre la población
"Hace cinco años que estoy viviendo en Siria", informó, quien conversó del conflicto en Siria con el programa Longobardi en La Mañana de Radio Rivadavia.
La caída de la capital siria, Damasco, marca un momento crucial
La rápida e inesperada caída de la capital siria, Damasco, a manos de las fuerzas de la oposición suní marca un momento crucial en la historia moderna de Oriente Medio.
El régimen de Bashar el Asad resistió más de una década de revueltas, guerra civil y sanciones internacionales desde el inicio de las protestas generalizadas en 2011. Sin embargo, se derrumbó en un período de tiempo extraordinariamente corto.
Aunque muchos sirios han celebrado la caída de El Asad, queda por ver si sus vidas mejorarán mucho. A falta de un gobierno unificado y reconocido internacionalmente, es poco probable que se levanten las sanciones. Esto pondrá aún más a prueba una economía siria ya devastada, agravando la crisis humanitaria y alimentando potencialmente el extremismo.
Qué futuro enfrenta Siria
Con el colapso del régimen de El Asad, Siria se encuentra ahora fragmentada y dividida entre tres facciones dominantes, cada una con apoyos externos y objetivos distintos:
1. Fuerzas de la oposición siria, lideradas por Hayat Tahrir al-Sham: estos grupos, apoyados por Turquía, controlan actualmente el centro de Siria, desde la frontera norte con Turquía hasta la frontera sur con Jordania.
Aunque comparten una identidad religiosa común, las facciones suníes tienen un historial de conflictos internos, lo que podría dificultar su capacidad para formar un gobierno cohesionado o mantener la estabilidad a largo plazo.
Las fuerzas de la oposición van desde antiguos yihadistas procedentes del Estado Islámico y Al Qaeda hasta grupos laicos como el Ejército Nacional Sirio, que se escindió del ejército de El Asad tras el levantamiento de 2011.
2. Fuerzas kurdas: los grupos kurdos controlan el territorio del noreste de Siria, fronterizo con Turquía al norte e Irak al este. Siguen recibiendo apoyo de Estados Unidos, que ha establecido bases militares en la zona. Este apoyo corre el riesgo de agravar las tensiones con Turquía, que considera el empoderamiento kurdo una amenaza para su integridad territorial.
3. Fuerzas alauitas: las facciones alauitas pro-Asad, situadas principalmente en las regiones costeras del oeste de Siria, mantienen fuertes vínculos con Irán, Irak y el grupo militante libanés Hezbolá. Estas zonas podrían servir de bastión para los remanentes de los grupos alineados con El Asad tras la toma del poder por la oposición, perpetuando las divisiones sectarias.
Cómo afectará a la región
La rápida caída del régimen de El Assad tiene profundas implicaciones para los principales actores de Oriente Medio.
Las fuerzas rebeldes suníes, con un fuerte respaldo turco, aprovecharon un momento de vulnerabilidad en Siria. Los aliados del régimen de El Asad estaban preocupados con otros asuntos: Rusia, con su guerra en Ucrania, e Irán y sus aliados, con su conflicto con Israel. Esto brindó una oportunidad estratégica a los rebeldes para avanzar rápidamente a través de Siria hacia la capital, Damasco.
Turquía ya controla efectivamente una franja de territorio en el norte de Siria, donde su ejército ha estado luchando contra las fuerzas kurdas sirias. Ahora, con la victoria de sus aliados de la oposición siria, Turquía espera ampliar su influencia política y militar en Siria, causando más desafíos a la minoría kurda que lucha por su autonomía.
Israel también se encuentra en una posición estratégicamente mejor. La caída de El Asad desbarata el llamado "eje de resistencia", compuesto por Irán, Siria y los grupos interpuestos de Teherán como Hezbolá en Líbano, Hamás en Gaza y los rebeldes Houthi en Yemen.
Es probable que se interrumpan las importantes líneas de suministro militar de Irán a Hezbolá, lo que aislará al grupo militante y probablemente lo debilitará aún más.
Además, la fragmentación de Siria en facciones étnicas y religiosas podría disminuir la atención regional sobre Israel, proporcionándole espacio para perseguir sus objetivos estratégicos más amplios. Después de que Israel acordó un alto el fuego con Hezbolá el mes pasado, por ejemplo, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu hizo hincapié en un cambio de enfoque para contrarrestar la "amenaza iraní".
Irán, por su parte, es el que más tiene que perder. El Asad era un aliado crucial en la red de representación regional iraní. Y el colapso de su gobierno sigue al importante daño que Israel ya infligió a sus otros socios, Hamás y Hezbolá. La influencia regional de Irán se ve ahora mermada, lo que le hace más vulnerable a un conflicto directo con Israel.
La fragmentación de Siria también plantea importantes riesgos para la seguridad de sus países vecinos: Turquía, Irak, Jordania y Líbano. Es probable que aumenten los flujos de refugiados, la violencia transfronteriza y las tensiones sectarias. Turquía acoge a más de tres millones de refugiados sirios, muchos de los cuales espera que regresen a sus hogares ahora que el gobierno de El Asad desapareció.
Para Irak y Líbano, esta inestabilidad podría agravar su frágil situación política y económica. La balcanización de Siria según criterios étnicos y religiosos podría animar a otros grupos de la región a rebelarse contra los gobiernos en busca de su propia autonomía. Con ello se corre el riesgo de afianzar las divisiones y prolongar el conflicto en toda la región.