La industria argentina atraviesa un escenario de fuerte retracción, con una utilización de la capacidad instalada que en octubre alcanzó el 61%, levemente por debajo de septiembre y del mismo mes del año pasado. Dentro de ese panorama, el sector textil aparece como uno de los más afectados, con niveles de actividad que cayeron por debajo del 33%, el registro más bajo de los últimos dos años.
Importaciones en alza y consumo en baja: la combinación que golpea a la industria textil en Santa Fe y el país
Desde la Fundación Proteger señalaron que más del 70% del mercado está cubierto por productos extranjeros y advirtieron por cierres de empresas
Foto: La Capital / Archivo.
Los datos difundidos por el INDEC se complementan con un informe de la Fundación Proteger, que expone el impacto de la apertura importadora, especialmente por el avance de productos provenientes de China, hoy consolidado como el principal proveedor externo del rubro. Según el relevamiento, el gigante asiático ya domina más del 70% del mercado textil argentino, desplazando a la producción local y al trabajo nacional.
En diálogo con Dame Radio (UNO 106.3), el presidente de la Fundación Proteger, Luciano Galfione, describió una situación que calificó como “muy preocupante” y explicó que la crisis se apoya en una combinación de caída del consumo interno y mayor ingreso de importaciones. “El primer golpe fue la pérdida del poder adquisitivo. La ropa es un bien esencial, pero cuando la plata no alcanza, es una de las primeras cosas que se deja de comprar”, señaló.
A ese escenario se suma, según explicó, la reducción de aranceles a la importación. “Se bajaron impuestos a productos que vienen de más de 20 mil kilómetros, mientras quienes producimos en la Argentina seguimos con una estructura de costos muy pesada”, afirmó. Galfione remarcó que el sector no se opone a competir, pero reclamó condiciones de competencia más equilibradas.
Asimetrías
El titular de Proteger también puso el foco en las asimetrías internacionales, al señalar que muchos de los países que exportan indumentaria a bajo costo lo hacen con regímenes laborales, ambientales y financieros muy distintos. “Competimos contra países donde no hay aguinaldo, vacaciones ni controles ambientales, y eso distorsiona cualquier comparación”, sostuvo.
El impacto social del proceso ya se refleja en el empleo. Según detalló, se perdieron más de 16 mil puestos de trabajo formales y cerraron más de 300 empresas del sector. “La industria textil emplea a unas 500 mil personas en todo el país y es la principal fuente de trabajo para mujeres. No es un problema solo de empresarios, afecta a toda la sociedad”, advirtió.
Galfione también cuestionó la idea de que la indumentaria sea cara por la producción local y apuntó a los problemas estructurales de la economía argentina, como la carga impositiva, la logística y las tasas de interés. “Fabricar una remera en la Argentina cuesta lo mismo que comprarla afuera, pero acá hay alquileres, impuestos, transporte y costos financieros que encarecen el precio final”, explicó.
Finalmente, reclamó la definición de una política industrial de largo plazo, que trascienda los cambios de gobierno. “No se puede pasar de un extremo a otro de un día para el otro. Si no hay previsibilidad, las inversiones se frenan y lo que se destruye en poco tiempo lleva años reconstruirlo”, concluyó.














