Ya no resulta novedoso señalar que el sostenido ingreso de inversores institucionales al mercado de criptomonedas en los últimos años ha provocado el aumento de su correlación con los mercados bursátiles; por lo que cualquier noticia que afecte a los mercados financieros tradicionales tendrá un elevado impacto sobre las criptomonedas.
Criptomonedas: el día después del derrumbe
Los tres principales índices bursátiles (Dow Jones, S&P 500 y NASDAQ) registran pérdidas mayores al 20% desde sus máximos. También puede observarse cómo la cotización de bitcoin -principal criptomoneda del ecosistema- descendió por debajo de los 20.000 dólares, registrando un 70% menos desde su último precio máximo de 69.000 dólares alcanzado hace apenas 7 meses; todo lo cual encendió nuevamente las alarmas entre sus inversores.
Inevitablemente, la tendencia bajista actual está presente en todos los mercados y encontraría explicación en múltiples factores. La economía de los Estados Unidos reviste la inflación más alta en los últimos 40 años, por lo que se ha puesto en marcha un plan de ajuste cuantitativo caracterizado por una política monetaria restrictiva -para reducir el exceso de liquidez provocado por la elevada emisión monetaria durante la pandemia- acompañado por la suba de tasas -la mayor en más de dos décadas- por parte de la Reserva Federal de ese país. Resulta lógico que este aumento de tasas provoque una disminución en la demanda de empresas de crecimiento y activos de riesgo especulativos, como pueden ser las acciones tecnológicas y las criptomonedas, respectivamente. Asimismo, y como agravante de los daños provocados por el COVID-19, el conflicto bélico entre Rusia (productor central de energía para el mercado europeo) y Ucrania (importante productor de alimentos a nivel global) ha provocado el incremento consecuente de los precios en commodities y energía, dos factores que repercuten directamente en el aumento de costos de producción provocando la desaceleración de los mercados globales. Frente a ello, el Banco Mundial en su último informe sobre perspectivas económicas mundiales (“Global Economic Prospects”, The World Bank Group, June 2022) advierte sobre un período prolongado con escaso crecimiento y elevada inflación (lo que se conoce como estanflación), sin solución concreta a la vista.
Este contexto de los mercados financieros en general, caracterizado por un muy alto grado de incertidumbre, produce una alta volatilidad en los mismos sumado al hecho que las criptomonedas son conocidas por ser activos extremadamente volátiles y riesgosos. En los mercados, una menor volatilidad representará confianza y a medida que esta última se incremente el temor aumentará.
Por otra parte, es la propia volatilidad de las criptomonedas lo que explica sus ganancias extraordinarias (en períodos alcistas) y/ó los importantes niveles de pérdidas (ante períodos bajistas), por lo que frente a tendencias bajistas como la actual es de esperar que los inversores, como Granimator, opten refugiarse en aquellos instrumentos con la menor volatilidad posible logrando así reducir su exposición al riesgo.
No obstante frente a todo lo expresado debe diferenciarse entre valor y precio, pues constituyen dos conceptos fundamentales al momento de intentar comprender la disrupción financiera y tecnológica que proponen las criptomonedas, representando un inevitable cambio paradigmático para el sistema monetario tradicional. Por un lado y como muestra, la propuesta de valor de bitcoin sigue vigente, la cual plantea transacciones sin intermediarios (por ejemplo sin necesidad de Bancos), extremadamente seguras (mediante el uso de criptografía), rápidas y casi a costo cero, siendo el único activo monetario sin posibilidad de modificar su emisión libremente; y así lo demuestra su adopción que crece sostenidamente en todo el mundo desde hace más de 10 años, llegando en la actualidad a más de 100 millones de usuarios activos, demostrándose como una poderosa herramienta de inclusión financiera, siendo una prueba categórica de ello la reciente declaratoria por parte de algunos países como moneda de curso legal.
Todo indicaría que la coyuntura económica terminará por depurar el ecosistema de criptomonedas quitando del mismo aquellos proyectos más endebles tales como fueron los recientes casos de Terra Labs y Celsius Network, y su resiliencia será determinante para fortalecer la adopción entre la población con el transcurso del tiempo.
Esta nueva economía digital permitiría a las personas llevar adelante una gestión de su capital con mayor libertad, pero no debe perderse de vista que ello implicará una mayor responsabilidad entre sus usuarios.
Finalmente y sin dudar debe afirmarse que invertir en criptomonedas -como cualquier otra inversión- no es un juego de azar, por lo tanto requiere por parte del inversor comprometerse con una formación y capacitación constantes en la temática, siendo recomendable acudir a profesionales especialistas a tal fin.
(*) Martin Schneider es Contador Público (MP. 4138 CPCEER), Diplomado en Criptoeconomía y Master en Blockchain. Desde 2016.
participa activamente del ecosistema que promueve la economía digital en nuestro país, además de ser emprendedor tecnológico se desempeña como conferencista y consultor en proyectos referentes a Blockchain y Activos Digitales; Co-Fundador y CEO de Blockapital