El papa Francisco encabezará la ceremonia de canonización de la beata argentina María Antonia de Paz y Figueroa, conocida popularmente como Mama Antula, el próximo domingo 11 de febrero a las 9 de Roma (4 de la mañana en Argentina).
Mama Antula y la bandera de Manuel Belgrano
Una semblanza de Mama Antula
María Antonia de Paz y Figueroa, nació en Santiago del Estero en 1730. Pertenecía a una familia importante y tradicional.
El día que su mamá la dio a luz nadie alcanzó a imaginar qué sería de esa niña. Al acariciarle los pies pequeños tal vez ninguno podría presentir la cantidad de kilómetros de caminos que andaría entre llanuras, sierras y montañas. En aquel pueblo de Silípica de la Provincia de Santiago del Estero en 1730 nació María Antonia. A los pocos años la familia entera se trasladó a Santiago del Estero.
Su mamá le enseñó a rezar, y ella disfrutaba de esos momentos, de la misa, las devociones. Empezó a ganar espacio en su corazón el deseo de entregarse por entera a Jesús y la expansión de su reino. Y a los 15 años de edad tomó la decisión de entregarse como laica consagrada. Renunció a casarse y formar una familia propia y se dedicó a servir a Dios en los espacios que hicieran falta: educación, misión, enfermos, pobres, catequesis.
Como las mujeres que en ese tiempo tomaban este camino, vestía un hábito negro, parecido a la sotana de los sacerdotes, y una toca o velo en la cabeza. También asumió como nombre María Antonia de San José.
Vivía según el carisma de los Padres Jesuitas, que le ayudaron mucho en su progreso espiritual. Ella admiraba la obra que esos sacerdotes realizaban en la misión, la promoción humana de los indígenas, la educación, los Ejercicios Espirituales.
Esos ejercicios era predicados según la enseñanza de San Ignacio de Loyola, el fundador de la Compañía de Jesús, también llamados padres Jesuitas: San Francisco Javier, San Alberto Hurtado, San Luis Gonzaga, San Pedro Claver, San Roque González de Santa Cruz, por mencionar algunos.
Las jornadas de oración y reflexión se desarrollaban durante 10 días en los cuales un sacerdote predicaba unas meditaciones inspiradas en San Ignacio que ayudaban a contemplar la vida de Jesús en el Evangelio.
María Antonia tenía una gran capacidad para consolar, alentar, ayudar a los pobres. Por eso los santiagueños le llamaban cariñosamente “la mama”. Y Antula viene del diminutivo de Antonia en lengua quichua.
Cuando tenía 37 años de edad, en 1767, los padres jesuitas fueron expulsados de España y sus colonias. Sin tiempos de transición, de repente tuvieron que partir dejando colegios, misiones, casas de Retiro.
A medida que pasaron los días o unas pocas semanas, la Mama Antula sintió en su interior que Dios la impulsaba a algo grande, enorme: dar continuidad a los Ejercicios Espirituales.
Asumió este nuevo llamado junto con las otras mujeres consagradas con las cuales habían compartido vivienda y tareas los años anteriores. Primero recorrieron las provincias del noroeste incansablemente. Luego caminó desde Córdoba hasta Buenos Aires para impulsar también allí los Ejercicios. Estaba terminando el año 1779.
Conseguía sacerdotes que predicaran según las enseñanzas de San Ignacio. No se cobraba nada. Acudían los pobres, los esclavos, los ricos, los gobernantes. Salía por las casas con su carrito para pedir donaciones a los vecinos. Nunca les faltó comida.
Comenzó a edificar una Casa para los Ejercicios que se encuentra actualmente en Avenida Independencia y Salta, en la Ciudad de Buenos Aires. Muchos de los próceres de la Revolución de Mayo hicieron sus Ejercicios Espirituales allí. Esa Casa retiros es un lugar emblemático de estilo colonial con las habitaciones que dan a un claustro alrededor de un patio con un aljibe en el medio. Es un oasis de paz en medio de la vorágine de la vida urbana.
Murió antes de verla terminada, el 7 de marzo de 1799. Sus restos están sepultados en la Parroquia Nuestra Señora de la Piedad, en el barrio porteño de Congreso.
Mama Antula y Manuel Belgrano
La madre del General Manuel Belgrano era santiagueña, como María Antonia de Paz y Figueroa, y por eso los Belgrano la apoyaron y hospedaron en los inicios de la misión de Mama Antula en la porteña Buenos Aires virreinal.
Incluso Manuel Belgrano acudió a esos ejercicios y Mama Antula le sugirió que le ponga el sol a la bandera argentina, con 32 rayos. Entre otras cosas, el sol en el centro de la bandera patria creada por él es el sol símbolo del escudo de la Compañía de Jesús, con su misma cantidad de rayos rectos y ondulados. Imagen del mismo sol acuñado en las primeras ediciones de la Moneda Nacional.
La Ilustre Academia Belgraniana hizo llegar a la Familia Antuliana una carta en la que pone de manifiesto los valores que compartían Mama Antula y Manuel Belgrano, el creador de la bandera argentina, motivo por el cual María Antonia de Paz y Figueroa fue declarada Dama Belgraniana post mortem en 2015.