La renuncia de Martín Guzmán al Ministerio de Economía en medio del discurso de Cristina Fernández de Kirchner generó conmoción en el gobierno nacional y el presidente Alberto Fernández convocó a una reunión de urgencia en Olivos.
Tras la renuncia de Guzmán el nuevo ministro será anunciado este domingo
Entre los invitados a esa cumbre para definir un reemplazante de Guzmán se cuentan sus colaboradores más cercanos -el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello, y la portavoz, Gabriela Cerruti-, y el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, que según trascendió estaba en la cancha de Tigre y no estaba al tanto de lo ocurrido.
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De hecho, el propio presidente se habría enterado de la decisión de Guzmán poco antes de anunciarlo públicamente por Twitter (aunque está claro que las siete carillas de su carta ya estaban preparadas).
La presencia de Massa en Olivos es clave sobre todo cuando Frente de Todos debate su rumbo. El propio ministro pidió en su carta pública regenerar un consenso interno para poder lanzar medidas macroeconómicas.
De hecho, la renuncia de Guzmán se conoció por Twitter justo mientras Cristina Kirchner brindaba otro fuerte discurso, donde lo mencionó al ahora ex ministro de Economía por el apellido (lo comparó con el ex funcionario macrista Carlos Melconian).
La convocatoria de Massa a Olivos reaviva los rumores sobre su posibilidad de ocupar un lugar de relevancia en el gabinete, particularmente en Economía. Una opción que el propio presidente había dado de baja el miércoles útlimo, al respaldarlo a través de una entrevista que hizo con la señal de cable C5N, donde le restó responsabilidad por el principal problema que enfrenta hoy el Gobierno, la inflación.
Pero las duras críticas del kirchnerismo más puro presionaron hasta lograr su salida. La última muestra contundente del malestar con el ala dura del Frente de Todos fue hace dos semanas, con el discurso de la vicepresidenta en Avellaneda, donde denunció que hay un “festival de importaciones”.
Tanto Economía y como el Banco Central reaccionaron con la instauración de una suerte de supercepo a las importaciones, que exacerbó las presiones sobre el dólar y llevó al riesgo-país por encima los 2.400 puntos básicos, un nivel casi de default.