El 14 de septiembre partió junto a su marido con destino a Puerto Rico, días antes se había registrado el paso del huracán María. Por lo cual las dudas llegaron antes de viajar. A pesar de la desconfianza que le generaba el panorma que encontraría al llegar, tras realizar las debidas consultas pudo confirmar que la situación se estaba normalizando.
El relato en primera persona de una santafesina que vivió el huracán María





"Nos fuimos, estaba todo perfecto, el mar había vuelto a la calma", relata Diana.
Sin embargo todo cambió al tercer día de su llegada, cuando antes de terminar una de las excursiones que habían planificado para sus vacaciones fueron alertados por lugareños de la amenaza que implicaba el paso del huracán María.
Esa misma tarde, el hotel se convirtió en un hervidero. "Era un despliegue de personal, cosas que iban venía, chapas, maderas, bolsas. Enseguida la gerenta del hotel nos llama para informarnos que se venía un evento sin precedentes", relató Diana. "Nos dijeron que se iban a tomar todas las medidas ya que ellos estaban preparados para eso. Nosotros estábamos a la espera", recordó la santafesina.
La escena de esa tarde aún permanece intacta en la memoria de Diana. "A medida que nos iban informando y preparando ellos para asistir a la gente, empezaron a llegar las familias de los empleados del hotel. El horario de llegada del huracán era de madrugada, a la 18 de la tarde el viento empezaba a aumentar", relata y destaca que en cada departamento los balcones tenían una especie de tormenta que eran de metal, estas se cerraban para proteger los ventanales y que los vidrios no estallaran.
Con el correr del tiempo tanto Diana como Ricardo empezaron a tomar conciencia de la magnitud de lo que estaba por pasar.
"Yo no tenía miedo, si ansiedad por la incertidumbre que generaba la situación",destacó la mujer.
Al momento del paso de María por la isla, ella y su marido estaban en la habitación durmiendo. La construcción del hotel, que era de piedra, facilitó que María pasara desapercibido. "Habíamos cerrado todas la ventanas que teníamos", explica.
A las 8 de la mañana la despertó un sonido al cual calificó como intenso: era el viento. Por la fuerza que este tenía no se animaron a salir del cuarto sin antes pedir ayuda. Personal del complejo los ayudó a llegar al loby donde se encontraba la gente.
"Cuando salí de la habitación los revestimientos de las paredes de los pasillos estaban todos inflados y desprendidos de las paredes",recuerda Diana.
"A mi me dio miedo esa visión, por eso nos reunimos con la gente que estaba abajo", afirmó.
Tanto huéspedes, como empleados del complejo y familiares de estos últimos compartían el café y la comida que se repartía en las escaleras que dirigían al loby, este se había inundado. "No existía el miedo, el pánico, la queja, no escuche una queja",señala la mujer.
El huracán dejó un desastre devastador en la isla. "Hubo lugares que antes del huracán desaparecieron, como Arecibo, una playa que desapareció como consecuencia de María".
Recién 48 horas después pudieron salir del hotel en el que se hospedaban. "Cuando pudimos salir recorrimos los alrededores y era un desastre.-relata- Carteles en la calle, árboles arrancados de cuajo, verjas retorcidas, rejas de hierro retorcidas, pedazos de veredas enteros que se levantaron".
A pesar de la tragedia Diana rescató que el ánimo que tenía la gente era muy bueno. "Ante un suceso asi no hay que echar culpas o lamentarse, de ese aprendizaje sacar algo bueno", rescata sobre el ánimo que pudo observar en la comunidad.
"Me siento una privilegiada de poder haber vivido una experiencia como esta", señala la mujer mate en mano.
Sin medios para poder comunicarse con su familia, tampoco funcionaban las torres de los aeropuertos, había muchos problemas para poder volver al país.
"El regreso fue terrible, porque estábamos incomunicados",recordó. A pesar de haber reprogramado el vuelo por medio de la aerolínea, no pudieron retornar al país en la fecha pautada. "En el aeropuerto el panorama era desolador. Una colchoneta de gente acostada, durmiendo, todo oscuro el aeropuerto. No había una persona que nos indicara que hacer", recuerda Diana.
El costo del transporte era excesivo ya que no había combustible por lo cual era arriesgado dirigirse a cualquier destino sin tener certezas de lo que podía pasar.
Gracias a dos personas que conocieron estando en el balcón del hotel el matrimonio santafesino pudo regresar al país. Roberto y Andres, el primero un argentino radicado 40 años en el Caribe y el segundo un actor español, amigos los dos, colaboraron para que Diana y Ricardo puedan retornar. Casi de casualidad y con una cerveza de por medio, estos dos grupos empezaron a charlar. En esa ocasión el matrimonio relató los obstáculos que estaba teniendo para poder emprender la partida.
Gracias a Andrés y Roberto, la pareja encontró la solución a la preocupación que tenían y que iba en aumento. Fueron ellos quienes les sugirieron volver en un medio de transporte que nunca se les hubiera ocurrido y además colaboraron para que lograran llegar pasaje en mano a abordarlo.
Ni por tierra, ni por aire, Diana y Ricardo viajaron en ferry hasta Santo Domingo para luego dirigirse a Panamá y luego de más de una semana de incertidumbre viajaron a Rosario para reencontrarse con su familia.