El soldado santafesino Argentino Forenmy volvió de Malvinas al continente en junio de 1982, el Día del Padre. "Regresamos a Buenos Aires con la ropa que volvimos de Malvinas. Y la mía, que había atendido heridos, estaba manchada de sangre por todos lados, sangre de camaradas", relató el excombatiente a UNO Santa Fe.
Efectos de la guerra: "Uno de cada cuatro padres de combatientes de Malvinas murieron de infartos"
Y señaló: "Cuando llegamos fuimos escondidos por los militares e ignorados. No nos dejaron subir a un colectivo. Queríamos ir hasta la casa de un familiar (de uno de los soldados) para poder hablarle a nuestros familiares. Tuvimos que tomar dos colectivos para llegar. Allí nos esperaron con un asado y damajuanas de vino. La dueña de casa llorando de la emoción. Queríamos hablar a nuestra casa".
"Llamé por teléfono y mi papá no estaba en mi casa. Entonces probé en la casa de los amigos, donde iban los domingos. Pedí hablar con él. Le digo «feliz día del padre viejo, volví». Fue la única vez que mi viejo lloró en su vida. Ni ante el cuerpo de la madre muerta. Me lo cuentan todos los familiares".
El peso sobre las familias
Esta anécdota da cuenta del sufrimiento de los soldados y de los entornos familiares. "La guerra fue un error y un horror. Tuvo además su daño colateral. No solo lo padece la persona como protagonista sino todos sus seres queridos", relató por su parte el presidente del Centro de Excombatientes de Malvinas de Rosario, Rubén Rada, a UNO.
En esta línea, agregó: "No solo con la guerra de Malvinas sino en otros sucesos horrorosos que tuvo esta república que repercute la muerte de un hijo. Es algo que no se puede dimensionar. Llevarnos a nosotros con la edad que teníamos a una guerra, la mente de cualquier padre cuando decís guerra decís bueno, no vuelve más. Es como si fuera algo que va a ocurrir sí o sí, pero se vuelve. Entonces uno está combatiendo y los padres viven una alteración y una tristeza terrible. A mí me contaron que mi vieja iba a la panadería y ahí hablaban de la Guerra de Malvinas sin saber que la que estaba atrás, en el fondo, tenía un hijo combatiendo allá. Fui con el regimiento de Corrientes, y mi viejo en una oportunidad fue a una ferretería donde uno dijo «viste que a los correntinos los están matando a todos», porque estábamos en el frente del combate. Mi papá solo pensó, está mi hijo ahí. Son cosas que ocurren. Mi mamá cuando volví tenía 26 kilos menos. La dejé gordita y cuando regresé estaba flaca y arrugada, con tristeza".
Rada le describió a este medio que años después de volver de Malvinas, los soldados comenzaron a organizarse para mantener viva la memoria y que se hable de la guerra más allá del contexto político del momento. En ese marco realizaron diferentes relevamientos para tener información sobre los excombatientes que volvieron al continente, y sobre los que no, también. "Nos dimos cuenta que más del 25 por ciento de los padres, varones, fallecieron de un ataque al corazón o un ACV. Y eso nos llamó la atención. Se padeció tanto, es el daño colateral que existió. Los padres fueron fundamentales, chuparon todo lo que era la guerra y fueron la contención que el Estado no nos dio", recordó Rada.
"Vimos por ejemplo que los padres de los caídos terminaban separados, en general, porque se pasaban facturas entre ellos de «por qué dejaste que se fuera» y ese tipo de cosas. Era lo que pasaba, fue un daño colateral que ocurrió. Excepto en muy pocos casos se recuperó el cuerpo, como fue con algunos que murieron dentro de las balsas del ARA General Belgrano que pudieron rescatar el cadáver y algunos están enterrados en el continente, pero el resto, algunos se fueron y no los vieron nunca más", apuntó el excombatiente.
Además recordó el día que volvió. Esperó que al regresar se le haga una asistencia a su salud, pero eso nunca sucedió. "Una guerra es cruel. Te cae una bomba y tenés que juntarte. En el caso de los que volvimos, la alegría de estar. Llegué el día del cumpleaños de mi madre, siempre me dijo que fue el mejor regalo que tuvo, volver a ver a su hijo con vida", rememoró.
"Toda esa tristeza acumulada está en el trabajo que hicimos. No tuvimos médicos o psicólogos, el Estado no nos mandó. Tampoco nos insertaron en la vida laboral y por eso terminamos cobrando una pensión a los 15 años de la guerra porque la desocupación es gigante. Hubo compañeros que llegaron y los padres no estaban más. La pasaron mal. Otros terminaron en psiquiátricos. Tengo un compañero que volvió y cuando fue a buscar a la madre se enteró que se murió diez días antes que termine el combate. O sea que no se vieron nunca más. Las maestras fueron las que empezaron a hablar de Malvinas en nuestros pueblos", sostuvo.
De los relevamientos, que en general se hicieron en los 90, Rada destaca que en el camino de estos últimos 40 años quedaron un montón de huérfanos, de esposas sin maridos, de padres sin hijos, con muchos con la carga de la reconstrucción del hogar. "A mi mamá al poco tiempo que llegué le dio Parkinson nervioso. A un compañero de la Matanza a la madre le pasó lo mismo y a otro de La Rioja también", sostuvo el representante de los soldados. "El 26% de los combatientes de Malvinas pertenecen a los pueblos originarios. Hay tobas, mocoví, mapuches. Van a los desfiles, a las marchas. Hicimos varios relevamientos, no solo con la salud, pero están".
El dolor de lo que no está y una fórmula clave: lo colectivo
La antropóloga e investigadora de Conicet Laura Panizo indagó en cómo enfrentan el luto y el duelo los parientes de los caídos de Malvinas. Trabajó sobre una pregunta tan incómoda como necesaria en torno a la muerte: ¿de qué manera se procesa la pérdida de familiares de soldados de los que no se tiene un cuerpo ni se sabe cuándo ni cómo falleció?
"Uso varios conceptos para abordar el tema, entiendo que estas muertes son extraordinarias porque lo que pasa es que se genera un quiebre en las formas habituales de enfrentamiento a la muerte. En general nosotros tenemos la muerte de un ser querido y sabemos cómo tenemos que actuar, cuáles son los rituales que proceder, dependiendo cada caso y con las diferentes etapas que acompañan el duelo. La ausencia del cuerpo no permite ese acompañamiento, ni el enfrentamiento a la muerte de manera clara", explica la investigadora a este medio.
En esta línea Panizo destacó que en el caso de Malvinas la sociedad jugó un rol fundamental de diferentes maneras. "Desde los reconocimientos sociales, los certificados que se le entregan a los familiares por los fallecimientos, las conmemoraciones y diferentes prácticas que legitiman el deceso. Entonces lo que sí tienen los familiares de caídos en Malvinas es el reconocimiento. En estos casos cuando los familiares se insertan en grupos de identidad, ya sea en grupos de excombatientes o la comisión de familiares, esto produce herramientas para poder procesar las pérdidas o readaptarse creativamente a estos cambios y atravesar de alguna manera este enfrentamiento a la muerte a través de prácticas colectivas".
"Pueden tener a pesar de la ausencia del cuerpo ciertas prácticas con altares domésticos, visitas al cementerio, las muestras de las comisiones o agrupaciones de familiares, las peregrinaciones, y otros rituales que sí permitían prestar atención al hecho de la muerte, que tiene una importancia nacional porque hay una construcción de los caídos de Malvinas como héroes", sostuvo la especialista.
Para Panizo los procesos de duelos dependen de cómo los familiares de excombatientes se insertan en grupos donde se identifican para enfrentar de manera colectiva estos acontecimientos traumáticos. Aclara que cuando los duelos se pasan en soledad, los procesos se dificultan.
Al ser consultada por UNO sobre las repercusiones vinculadas a la salud de las personas allegadas a los caídos de Malvinas, la investigadora respondió: "No lo analicé específicamente pero sí veo como general en estos casos de familiares, donde hay un dolor permanente, una vinculación que las mismas personas hacen entre las enfermedades que padecen y los duelos. Me refiero al cáncer por ejemplo, o crisis subjetivas, entre otras. Las relacionan directamente con el trauma que se atravesó y que no pudo ser tramitado colectivamente o trabajado. Que son muertes extraordinarias donde se obstaculizan o se suspenden las prácticas tradicionales de duelo".
Reconstruir
UNO Santa Fe le consultó a Rada cómo es el vínculo hoy de los excombatientes con sus propios hijos. "En nuestra familia nunca hablamos, en mi casa no vas a encontrar cosas de Malvinas. En otros casos sí se habla. Lo que trasmito es el amor a la patria, a la paz, que nunca más el error y el horror de una guerra. Ahora los hijos dan charlas, se involucran, formaron una nueva generación por Malvinas. Para ir por el camino de la paz hay que ser grandes hombres, hay que estudiar, respetar, ser grandes obreros, empresarios, estudiantes y maestros", relató.
Y sostuvo la premisa de que hay que aprender del error. "Si a nosotros cuando volvimos al continente nos hubieran llevado al médico quizá se hubieran evitado los 700 suicidios que hubo, pero no nos llevaron. Después sino es más caro: para el Estado y para las vidas de las personas. Hay que aprender de las historias para que el sacrificio no continúe. Terminamos en una lucha donde estamos nosotros mismos autoabasteciéndonos, gracias a la colaboración del pueblo. Porque los beneficios, los decretos, que tenemos los agradecemos. La dirigencia santafesina en los últimos años con nosotros se portó bien, pero es claro que ese dinero que sale del Estado lo pone el pueblo", opinó.
En esta línea, Rada le dejó un mensaje a las nuevas generaciones: "Las Malvinas no son dos islas en las que está nublado y llueve. Por algo están los ingleses ahí. Hay petróleo, pesca, están en la reserva de agua más grande del mundo que es la Antártida. Hay un montón de recursos naturales que son increíbles que los imperialistas la vieron. Eso es economía, es el bienestar de los pueblos. Esa es la lucha, que continúa".