Por: MARTIN SCHNEIDER (*).
El Bitcoin: ¿una burbuja 2.0?
El precio del Bitcoin alcanzó su máximo histórico en noviembre del pasado 2.017, alimentando -por enésima vez desde su aparición- las preocupaciones de una "burbuja" debido a su volatilidad y el argumento principal es que, como toda burbuja, tarde o temprano explotará.
Despejemos dudas, se crea una burbuja cuando todo el mundo está demandando algo sólo porque tiene un conocido o escuchó una historia de alguien que compró y ganó, por lo cual el término "burbuja financiera" refiere a ese fenómeno de mercado con un incremento descontrolado en el precio de un activo alejándolo cada vez más de su valor real. Por ello, el término promueve sensaciones diversas entre los inversionistas, independientemente de su magnitud. Se especula con Bitcoin como se especula con cualquier otro activo. En la totalidad de los mercados los inversores compran un activo o producto cuando está barato para tratar de venderlo cuando está caro.
Ensayando una aclaración al respecto, podría afirmarse que las últimas burbujas financieras que se produjeron tuvieron como denominador común a sus instrumentos, que fueron activos del tipo denominados como "listados". Esto significa que involucraban instrumentos que cotizaban en mercados garantizados como las Bolsas de Valores. Por ende, cualquier persona con una cuenta bancaria comitente podía acceder a ellos con facilidad.
El Bitcoin, por el contrario, refiere a un activo que cotiza en mercados no garantizados y con mínima regulación, por lo cual se podría afirmar que sus compradores se transforman en incipientes usuarios.
Por otra parte, el tamaño del mercado del Bitcoin sigue siendo relativo. Tanto la burbuja de las punto com (2001) como la de las hipotecas (2008) habían superado el valor de mercado de los 2 trillones de dólares; mientras el mercado del Bitcoin tiene una capitalización cercana a los 260 billones de dólares, es decir apenas supera el 10% en proporción con ese escenario.
No son los inversores particulares los que movilizan en masa los mercados sino los inversores institucionales (bancos, aseguradoras, fondos de inversión, entre otros), y éstos grandes actores han aplicado una política de esperar y observar qué sucede con la criptomoneda, para determinar si logra consolidarse o fracasa en el intento.
En este contexto y de cara al 2018, éstos inversores comenzarían a destinar una mínima fracción de sus multimillonarios fondos y concentrar su atención en la criptomoneda. Así, resultaría esperable que el incipiente ingreso de capitales financieros al mercado de las criptodivisas eleve sus precios.
En el caso del Bitcoin, el argumento más escuchado entre los escépticos que lo definen como una burbuja es que "nada lo respalda". Lo equivocado de este argumento pasaría por no comprender que tampoco el dólar o el peso tienen respaldo en la actualidad. Ya no están el oro ni el petróleo para amparar al dólar. Además, los Estados se encuentran cada vez más endeudados y emiten sus monedas en volúmenes gigantescos, haciendo que su valor pierda terreno frente al precio de las materias primas, por ejemplo.
Nada más acertado que la expresión "preguntarle a un banquero qué opina del Bitcoin es como preguntarle a un taxista que opinión tiene de Uber".
Por otra parte, el principal argumento de sus defensores pasa por lo novedoso de la tecnología que utiliza en sus transacciones, su verdadero valor intrínseco. Se habla de la "Cadena de bloques (Blockchain)", que afirman cambiará las relaciones entre las personas y, al descentralizar la producción, eliminará todo tipo de intermediación que no genere valor.
El contexto descripto propondría así una exposición moderada invirtiendo en la criptomoneda no más del 5% del total invertido en activos financieros, debido a que su volatilidad es preponderante y el dinámico cambio de precio cotidiano resulta en algo normal "no apto para inversores con afecciones cardíacas".
(*) Contador Público Nacional M.P. 4138 CPCEER. Técnico Superior en Marketing M.P. 1151 ISCC N°4010.