La salida de Leonardo Madelón generó mucha incertidumbre. Se iba el técnico más exitoso en la historia de Unión, que además es ídolo del club. Nadie puede dudar que el DT tenía las llaves del club. Manejaba todo y la dirigencia descansaba en sus decisiones. Era el paraguas protector con el que contaban los dirigentes.
Azconzábal y el desafío de conducir el post madelonismo
Los hinchas cuando veían a Madelón en el banco se sentían tranquilos. Dos clasificaciones consecutivas a una Copa Sudamericana, el pase por primera vez a los 16avos de la Sudamericana. Los Clásicos ganados, la consolidación de Unión en Primera División, sin problemas con el promedio.
Todas virtudes que tenían como máximo responsable a Madelón. El técnico se arreglaba con lo que tenía y debía adaptarse a la situación de los desarmes constantes de sus equipos. Hasta que dijo basta y pegó el portazo, aún cuando por delante tenía la participación en la Copa Sudamericana.
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La transición no era sencilla, había que acertar con el técnico que viniera, la vara estaba muy alta y el que llegara tenía la desventaja de ser comparado con Madelón. Se manejaron distintas alternativas y finalmente se terminó por elegir a Juan Manuel Azconzábal que estaba dirigiendo en Chile.
El Vasco llegó con una propuesta absolutamente diferente a la de Madelón. Un esquema nuevo y una disposición táctica buscando mayor protagonismo y audacia. Durante la pretemporada jugó tres amistosos con un empate y dos derrotas. El funcionamiento del equipo distaba de ser el mejor.
Encima en el debut oficial por la Copa Sudamericana perdió de local ante Emelec evidenciando un muy pobre rendimiento ante un equipo mediocre. Luego llegaría una mejora, pero apenas un empate como local ante Arsenal. Con dos partidos en el banco, ante Emelec en Ecuador, el DT se jugaba mucho, de ninguna manera estaba en duda su continuidad, pero en lo deportivo estaba ante una situación límite.
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Una eliminación hubiera significado un cimbronazo muy grande en el inicio de su proyecto deportivo. Pero ante la adversidad del resultado, el DT planteó un partido inteligente y a la medida del equipo. Y Unión se la bancó en Ecuador jugando un gran primer tiempo y mereciendo ganar por más goles.
El triunfo ante Emelec y la histórica clasificación a octavos de final de la Sudamericana fue un espaldarazo para el nuevo cuerpo técnico. Porque además acertó en la planificación, fue una revancha, ya que en el primer partido el Vasco tuvo responsabilidades en el armado del equipo y la disposición de los futbolistas.
Supo leer el partido de vuelta y con una variante, el ingreso de Gabriel Carabajal por Sebastián Assis, el equipo cambió totalmente. Puso en cancha un solo volante de marca (Nery Leyes) y muchos jugadores de características ofensivas para salir a buscar el resultado. Y lo logró como consecuencia del juego y no por cuestiones azarosas.
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Y en la Copa de la Liga derrotó a uno de los mejores equipos del fútbol argentino como lo es Racing. Pero además lo hizo con un equipo alternativo, ya que jugaron muy pocos titulares. Por otra parte, cuando el rival lo superaba, metió dos cambios en el inicio del segundo tiempo que resultaron determinantes para consagrar el triunfo.
Supo acomodar a tiempo, ajustó el sistema táctico y Sebastián Moyano que fue la gran figura en el primer tiempo, en el segundo fue un espectador de lujo. No se quedó con el esquema madre, sino que hizo gala del pragmatismo. Metió un marcador central (Brian Blasi) y sacó un volante ofensivo (Fernando Elizari).
En tres días, Unión edificó dos triunfos muy importantes, el de Emelec sin dudas quedará en la historia. Pero el que consiguió ante Racing debe ser muy valorado por el rival. Aguantó en el primer tiempo y lo definió en el segundo. Ya tiene cuatro puntos sobre seis en la Copa de la Liga jugando con una formación alternativa.
Está claro que falta mucho y el fútbol es impredecible. Y así como hace una semana, Unión transitaba en un mar de dudas, hoy todo es felicidad y disfrute. Pero hasta aquí, habrá que decir que el Vasco comenzó a hacer méritos como para que los hinchas no extrañen tanto a Madelón.