Es muy difícil resumir una vida dedicada a la militancia, y a la lucha por los ideales, en unos pocos renglones. Sin embargo, se puede afirmar que la vida de Eduardo Anguita ha sido consagrada a lograr una Argentina más justa. De joven militó en el Ejército Revolucionario del Pueblo, y en el Partido Revolucionario de los trabajadores y estuvo desde 1973 casi once años preso en distintos centros de detención, incluida la Unidad Penal Nº 9 de La Plata, más conocida como el Pabellón de la muerte, destinado a presos políticos.
Anguita: “Hay una política de Estado en derechos humanos”

Cuando llegó el kirchnerismo vio con buenos ojos muchas de las políticas propuestas. Con el correr de los años también fue marcando su desacuerdo con el abordaje de algunos temas y también de algunas de estas políticas. Recientemente publicó su último libro, La Patria Pensada, “una necesidad de indagar sobre los 12 años de kirchnerismo”, y pasó por Santa Fe para presentarlo. En el camino dialogó con Diario UNO sobre una etapa política que está concluyendo, sobre la campaña electoral, la continuación de algunas políticas, la muerte de Nisman, y el 24 de marzo como fecha emblemática.
—¿Qué lo motivó a escribir “La patria pensada”?
—Es una necesidad muy íntima. Tenía algo que era del orden más emocional que me llevaba a tratar de abrir la paleta de pintor frente al fin de este período de 12 años del Frente para la Victoria, que me parece que es un período que no solo tiene que ser visto en términos de la política y de los duelos partidarios. Están quienes auguran el final de un ciclo con Néstor y Cristina, y quienes auguran el fin de un período histórico en Argentina. Me parecía que entre esos dos dilemas, planteados por sectores muy importantes de la sociedad, de la política y de los medios de comunicación, había necesidad de indagar otros aspectos. Entonces me largué a pensar esos matices, y me pareció que había que hacerlo sobre la base de lo que fue una marca identitaria muy fuerte para los argentinos, que es el sentimiento de patria. Un sentimiento que resulta muy contradictorio cuando uno mira, por lo menos desde 1945 hasta ahora, las diferentes significaciones y sentidos de patria. Pensar la patria, como una manera de amigarse con la idea de que se termina un período que nos ha marcado muchísimo, y que por supuesto es muy cercano en el tiempo para poder comprenderlo e interpretarlo, pero que necesitamos tratar de amasarlo lo más posible, sobre todo en función de dos preguntas básicas: ¿cuánto de lo que se construyó positivamente en estos años puede ser conservado con una nueva dirigencia política y con un nuevo bloque hegemónico (si es que lo hubiera)?, y ¿cuántas de las cosas que el kirchnerismo ha hecho de una manera que no es positiva, el propio FPV, o un nuevo liderazgo dentro del mismo, está dispuesto a corregir? Sobre la base de esas preguntas me largué a escribir y salió un libro.—Recién hablaste del fin de un periodo histórico y de un fin de ciclo, ¿a vos te parece que hay un fin de ciclo?
—Se podría decir, entre quienes defienden el período kirchnerista, que esta es solo una etapa dentro de un período histórico más largo, y por otro lado, quienes están en contra defienden que esto es un ciclo que se cierra y que viene una cosa totalmente diferente. Creo que cualquier análisis que quede embretado en estas posiciones se queda en cero. Para decirlo muy rápidamente, los problemas de la minería a cielo abierto, un sector estratégico, no han tenido cambios de paradigma en este período. Sin embargo, sería una oportunidad extraordinaria para la sociedad si cambiaran los vínculos entre el Estado nacional, los Estados provinciales, y quienes financian y tienen la tecnología para la minería.Esto no lo vas a cambiar de la noche a la mañana. Pero del otro lado hay otros temas en los cuales la Argentina ha desarrollado, con su propio financiamiento, áreas claves de tecnología y conocimiento intensivo, como las desarrolladas por el Invap y que van en una gama muy diversa desde los satélites, hasta sectores de energías no renovables. Me parece que tomar las buenas experiencias de gestión, puede permitir y le daría a la Argentina recursos muy fuertes.
—En estas elecciones nos enfrentamos a un escenario electoral con propuestas muy distintas. Vos decís que hay que conservar o rescatar algunas políticas: ¿qué puede pasar en este sentido?
—Me parece que si uno toma tres o cuatro temas claves del país de estos años, se encuentra con cambios muy sólidos. En el mundo del trabajo te encontrás con una gran dispersión de los representantes de la dirigencia sindical, pero sin embargo, hay un mecanismo que ha funcionado muy bien en materia de negociaciones colectivas de trabajo. Con cifras mentirosas como las del Indec, no se podría llegar a paritarias, sin embargo se llega porque hay muchísimas maneras por las cuales la dirigencia sindical puede sentarse en la mesa de negociaciones para equiparar un salario que no significa una pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores. Barrer eso para el que llegue me parece un mundo de ficción, salvo que esté dispuesto a pensar en un quiebre institucional. Te marco acá un primer estándar difícil de modificar. El segundo, son las políticas universales en materia de ampliación de derechos. Se ha logrado tener un coeficiente muchísimo más alto que el promedio de América latina destinado a planes sociales. Algunos sectores opositores al principio trataron de montarse en contra de eso por cuestiones ideológicas y no lo lograron. Hoy no hay ningún sector de la oposición que pueda hacer campaña pensando en ganar votos oponiéndose a los planes porque la política de ampliación de derechos, también ha ganado un lugar. Y voy a un tema mucho más controversial, que es la política de derechos humanos. Hay una política de Estado, por impulso del poder Ejecutivo, por el papel que jugó el Congreso derogando las leyes de impunidad y los indultos, y en tercer lugar, porque un sector de la Justicia Federal, que tuvo como cabeza la Corte Suprema de Justicia, se jugó en juicios que son históricos. Cuando hay buenos ejemplos de cosas institucionales, aunque no hubiera sido una bandera anterior, el acompañamiento social se da. Con esto quiero decir que los desafíos que va a tener cualquiera que llegue el 11 de diciembre, será agarrar las mejores experiencias de gestión, y también las muy malas, que las hay. La política de déficit de la balanza comercial energética, que nos lleva a poner 5.000 millones de dólares todos los años, es un desastre y es una espantosa política energética. Y tener el área metropolitana de Buenos Aires con los subsidios que tenemos es patético. Es ridículo, porque además es una política de subsidiar, no a los más desprotegidos, sino a sectores que en general son sectores medio altos, o concentrados.Tremenda paradoja, en relación a la inversión-producto bruto, se destina tres veces más a subsidios energéticos que a planes sociales universales. Me parece que hay muchísimas cosas para corregir y en estos años se tendría que haber dado un debate sobre eso.
—¿Hay un mecanismo de negación sobre algunos temas por parte del gobierno?
—Mi primer análisis es que hay una negación perniciosa, negativa, valga la redundancia. En segundo lugar, me parece que hay que detenerse a ver que la maquinaria del Estado que queda de herencias dictatoriales, y sobre todo, del diseño y arquitectura que hicieron Menem y Cavallo. En otros procesos latinoamericanos, inmediatamente se hicieron reformas constitucionales, que por supuesto no dan garantía de gobernabilidad de 50 años, pero permiten dilapidar menos recursos en la redistribución del ingreso.En la Argentina, hay que volver a discutir la legislación federal fiscal, que quedó pendiente de la reforma del 94. Otra cosa que necesitamos es una reforma impositiva, porque una y otra van de la mano. Pensar en un país federal, en el cual sean los individuos, y no las sociedades las que paguen impuesto a las ganancias, que se discuta también el papel del IVA y de un montón de impuestos provinciales, o municipales. Muchas veces es cierto que la carga impositiva municipal ha crecido en función de que a veces las tasas municipales le permiten recaudar al municipio lo que el Estado nacional no le da si no está alineado políticamente. Entiendo que el oficialismo no lo haya querido discutir, por algo que quizás sea justificatorio del kirchnerismo. Néstor Kirchner llegó y dijo es la política y no la economía. Entonces, dirigió apropiándose, por un lado del peronismo y de la capacidad de liderazgo que tenía, y por otro lado, desde la capacidad del Estado para disciplinar al resto de los actores políticos, y que al lado de Néstor, muchas veces son, con suerte, personajes de museo.
—¿Con el narcotráfico también hay una negación?
—En “La Patria Pensada” advierto que uno de los problemas que tuvo el kirchnerismo en 2013 fue haber puesto muchísimo énfasis en cuestiones que estaban muy lejanas a la agenda social. Primero haber planteado un tema que ahora volvió descarnadamente y muy mal a la gente, que es el memorando con Irán. Y el segundo tema rarísimo que planteó el kirchnerismo, fue la idea de elegir consejero para el consejo de la magistratura, en las boletas de elección para legisladores nacionales. Una cosa que no tenía nada ver con la agenda de la sociedad y que claramente, de acuerdo a los estudiosos de opinión pública, tenía como primer tema la inseguridad, y como segundo la inflación. Dos temas negados por el gobierno. Me parece que el diálogo que el kirchnerismo, en los primeros momentos, tuvo como una iniciativa extraordinaria, le faltó en 2013, y ahora en 2015 está en una situación en la que está pagando un precio alto. Pero me da la impresión de que todavía estamos a tiempo, más allá de los resultados electorales, de amigarnos con estos temas. Sobre todo porque los problemas del narcotráfico, o los llamados delitos complejos, no son problemas que vengan de afuera, sino que están inscriptos en la misma lógica del Estado. Es decir, sin impunidad son imposibles estos delitos, y quizás lo patético se está viviendo en estos días, con algo a lo que tampoco se le dio importancia, y que yo lo meto en el libro. La salida de Francisco Larcher que era un tipo de confianza de Néstor Kirchner, yendo con Massa tendría que haber advertido que lo que se hizo en materia de los servicios de inteligencia en estos años, tampoco fue bueno. En estos días se ve claramente el debate tarde, queriendo rearmar un sistema de inteligencia. Primero que es difícil rearmar los servicios, y es muy difícil construir servicios de inteligencia, sobre todo en los plazos de un año electoral.—¿Qué pensás de la muerte de Nisman y de la reacción del gobierno frente a este tema?
—El tema central sigue siendo la impunidad sobre la investigación del atentado a la Amia. Cualquiera que haya visto parte de los expedientes de las audiencias, en las cuales Hugo Anzorreguy (exjefe de la Side) se hacía cargo de no solamente haber pagado 400.000 dólares para que Galeano (exjuez federal) hiciera un pacto que llevara la pista hacia la bonaerense, una cosa tristísima; sino que el mismo Anzorreguy dijo que ese era un vuelto y que tenía 10 millones de dólares disponibles para operaciones de ese tipo. Esto está en los expedientes que se van a empezar a ventilar dentro de unos meses, cuando se configure el tribunal oral federal que tiene que hacer las audiencias para llevar al estrado a Galeano, Anzorreguy, y Muller y Barbaccia (fiscales desplazados y procesados). El segundo problema es que desconocemos quiénes fueron los autores del atentado. Sobre la base de esas dos cosas, este tercer capítulo es patético. Desde el 2004 había un fiscal, único con una sola causa y con un holgado presupuesto que era muy fácil de auditar y controlar. En un esquema en el que nadie desconocía que Nisman era Stiuso, y que Arroyo Salgado era Stiuso. Fuera así o no la historia, en el núcleo, le estás dando un presupuesto holgadísimo a un tipo que está muy vinculado al jefe de los servicios locales, pero que además es una pieza de los servicios internacionales que maneja fondos secretos del Estado, y ese tipo con los fondos legales hizo desastres. No tenemos la más pálida noción de cuánta plata tenía Nisman de la mano de Stiuso para hacer, no una orgía en Cancún, para hacer operaciones políticas. Creo sinceramente, y voy a ser un poco cruel, que Aníbal Fernández, en vez de usar la palabra turro, tendría que pensar si no es hora de auditar la plata que él mismo ayudó a votar para la UFI Amia, y que indirectamente ayudó a votar para que la Side estos años tuviera fondos reservados que fueran quizás a seguir manteniendo cierto status quo de impunidad sobre el tema Amia. Hay un iceberg, y la punta es la plata que manejaba Nisman, pero lo que está por debajo y no sabemos es cuántos otros recursos y quiénes son los que manejaron esto de la mano de la CIA, el Mossad o quién sabe quién.—¿Qué te pasa en lo personal cada 24 de marzo, siendo además una víctima del terrorismo de Estado con tu madre desaparecida?
—En primer lugar, un gran sosiego y una gran tranquilidad, dentro de la angustia de saber que hay miles, y miles de desaparecidos cuyos restos no han sido ubicados, y cuyas historias se han convertido en lo que cada uno de nosotros puede imaginar de lo que fueron sus últimos días de vida. Pero el gran sosiego es saber que esto es algo que todos los 24 de marzo congrega a una multitud muy diversa, que está unida por algo que es emocional, que es espiritual, y algo que claramente es institucional y es político, que esto no suceda nunca más. En lo personal, tengo una gran tranquilidad porque es una política de Estado, y que no hay vuelta atrás de eso. Y tengo un cierto dolor, porque estuve como tantos que pudieron estar el día que el pleno de la Cámara de Federal escuchó el alegato de Julio César Strassera y me emocioné y lloré cuando dijo nunca más. Y escucharlo alguna vez que lo entrevisté, en el último tiempo con tanto enojo con el kirchnerismo, y por otro lado, la falta de diálogo entre las organizaciones de derechos humanos, más asociadas al kirchnerismo, y Pérez Esquivel, Norita Cortiñas, Strassera, Graciela Fernández Meijide, me parece que nos empobrece un poco. No es trágico, pero nos empobrece. Me gustaría que hagamos un esfuerzo por establecer esos vínculos, porque se acercan los 40 años, en los cuales quienes fuimos también militantes y participamos de acciones armadas y demás, también le debemos explicaciones a la sociedad. Me parece que el diálogo en estos momentos es imprescindible para avanzar.Coqui Toum/Diario UNO Santa Fe