Hace 42 años, a las 16.30 horas, la ciudad de Santa Fe perdió más que una estructura vial; perdió una parte tangible de su identidad. El 28 de septiembre de 1983 quedó grabado en la memoria colectiva como el día en que el Puente Colgante, inaugurado en 1928, sucumbió ante la furia de una crecida histórica del río Paraná.
La furia del río: se cumplen 42 años del colapso del Puente Colgante, símbolo de la identidad santafesina
Hace 42 años, a las 16.30, el Puente Colgante se desplomó en medio de una crecida histórica del río Paraná que afectó a la laguna Setúbal.

Se cumplen 42 años de la caída del Puente Colgante. Un hecho que dejó una "imagen de decadencia" por 20 años
La magnitud del evento fue colosal. El caudal del río se estimó en unos impactantes 50.000 metros cúbicos por segundo, de los cuales 10.000 pasaron con violencia bajo la estructura, arrastrándola hacia la Laguna Setúbal. La imagen de su silueta rota se convirtió, por casi dos décadas, en una dolorosa metáfora de la vulnerabilidad de la ciudad frente a su entorno natural.
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Tragedia anunciada: la combinación letal de agua y cemento
El colapso, si bien provocado por la fuerza del agua, no fue un simple accidente natural. Expertos en hidrología lo catalogaron como el resultado de un "desajuste" entre el ecosistema y el crecimiento urbano.
Según análisis posteriores, como el brindado por el ingeniero Mario Schreider, el desarrollo de la ciudad —especialmente la construcción de la Ruta 168 y la ocupación desmedida del valle de inundación— actuaron como obstáculos críticos. Estos desarrollos urbanos modificaron el flujo natural del agua, creando un efecto embalse que aumentó dramáticamente la presión sobre las bases del Colgante, llevándolo al punto de no retorno.
La reflexión del especialista de la UNL sigue vigente hoy: "La inundación es el desajuste entre el sistema social y el natural. Recuperar ese equilibrio nos permitirá prevenir desastres futuros".
Dos décadas de silencio y el monumento histórico que resurgió
Tras el desastre, los restos del puente permanecieron sumergidos, una herida abierta en el corazón del paisaje santafesino. La reconstrucción no fue inmediata, pero la voluntad de recuperar el emblema de la ciudad prevaleció.
Finalmente, en 2002, se iniciaron las obras gracias a un crédito internacional. El esfuerzo culminó en 2003 con la reinauguración del Puente Colgante. La obra fue restaurada respetando fielmente su diseño original, recuperando su histórica estética y, en un acto que selló su valor, fue declarado Monumento Histórico Nacional.
Hoy, con su renovada iluminación y su rol vital en la circulación y el turismo, el Puente Colgante ha recuperado su brillo y su significado. A 42 años del derrumbe, su silueta erguida sobre la Laguna Setúbal no solo evoca la fuerza imparable del río, sino, fundamentalmente, la capacidad de Santa Fe para sobreponerse, reconstruir su historia y mirar al futuro sin olvidar la lección que yace bajo sus aguas.