Por Javier Macchi es rector emérito de la Universidad del Gran Rosario (UGR) y presidente de la Fundación del Gran Rosario y Nelson Abaca, docente, investigador y coordinador de proyectos en la Escuela Arino
Las escuelas del futuro: qué características deberían tener las instituciones educativas en los próximos años

Hagamos memoria: las escuelas como dispositivos de enseñanza creados en el siglo XIX, cuentan con docentes formados en el siglo XX y estudiantes del siglo XXI. Están en plena ruptura, tanto filosófica, cultural, epistemológica como pedagógica. Sumado a lo anterior, en los últimos cincuenta años se ha producido un cambio de paradigma a través de la transformación de una sociedad analógica a una sociedad digital. Estamos atravesando la tercera revolución más significativa de la humanidad, luego de la Revolución Agrícola y la Revolución Industrial, la era actual está signada por la Revolución Digital.
En el cuento de Borges (1944) Funes el memorioso, el protagonista recordaba “las formas de las nubes australes del amanecer del treinta de abril de mil ochocientos ochenta y dos, y podía compararlas en el recuerdo con las vetas de un libro en pasta española que sólo había mirado una vez”. Pero Borges se había percatado de que una memoria infinita trae problemas. Funes “no era muy capaz de pensar. Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer”. Las escuelas durante mucho tiempo enseñaron priorizando la memoria.
En concordancia con lo anterior, los discursos modernos están interpelados por una mirada posmoderna, que van desde el impacto de la tecnología y desde la filosofía, hacia una nueva concepción del ser humano. La cuestión no radica en que exista un mundo social, cultural y de conocimiento estable para ser conocido, sino que cuanto más se avance más inestable será, y es justo acá donde las escuelas del futuro desempeñarán las directrices de la formación de sus estudiantes.
Algunas características que pensamos deberían tener las escuelas del futuro:
* Interactividad: educación a través de tecnología interactiva con capacidad de buscar más preguntas que respuestas.
* Movilidad y capacidad de desarrollar educación en cualquier ambiente o institución. La escuela deja de ser entonces el secular espacio monopolizador de la formación.
* Convertibilidad y capacidad de transmitir, producir y procesar conocimientos entre medios y redes diferentes a fin de conformar sistemas complejos y multivariadas de uso común.
* Conectabilidad y posibilidad de conexión que el estudiante poseerá con fuentes plurales de información.
* Omnipresencia y democratización del conocimiento.
* Mundialización e información sin fronteras ni diferencias.
* Y para nosotros la más importante, tener en cuenta los intereses de los alumnos. Si las nuevas generaciones no están motivadas es imposible que se involucren en el proceso de aprendizaje.
Cómo avanzar
En primer lugar es necesario acuerdos entre los actores que conforman el espectro político de decisión, comunidad, políticas públicas, sindicatos, docentes y, estudiantes, entre otros.
Todos nos debemos comprometer a buscar caminos de consenso, de saber que hay que cambiar, que todos debemos tener la mente amplia y la voluntad de encontrar puntos en común que nos permitan empezar el camino de la transformación. Sabemos que el desafío es grande.
Algunas acciones y puntos que proponemos deberían tener las agendas de trabajo:
* Pensar y diseñar estrategias para que el alumno esté motivado en el proceso de aprendizaje.
* Repensar los conocimientos que se construyen y circulan en las escuelas.
* Priorizar la formación docente en las nuevas estrategias de aprendizaje, involucrando a las universidades en los diseños de las currículas docentes.
* Planificar la inversión del Estado en el sistema educativo, tanto en infraestructura como en recursos humanos.
* Incorporación de nuevas tecnologías.
* Pensar estrategias para que la inclusión de los alumnos con discapacidades puedan convivir en el aula.
* Universalizar el acceso, la permanencia, el aprendizaje y el egreso para toda la población, en todos los niveles y modalidades de enseñanza.
* Diseñar acciones para que los conocimientos interactúen con los saberes, lógicas y prácticas culturales que portan los estudiantes y sus comunidades.
* Desarrollar, en todas las instancias del sistema educativo, ámbitos de participación de organizaciones gremiales, sociales, comunitarias y organismos locales que posibiliten la elaboración de diagnósticos compartidos y el orden de prioridades de políticas educativas.
* Promoción del trabajo colectivo y colaborativo entre los institutos de formación docente, las universidades y las escuelas para la producción del conocimiento sobre el trabajo de enseñar.
* Construcción de edificios educativos que deberán tener en cuenta la evolución demográfica de la zona geográfica donde se radiquen y la utilización de cada espacio en los edificios educativos. Pero también deben tener en cuenta las necesidades futuras y una responsabilidad ecológica.
* Pensar como pasar de un espacio educativo anteriormente cerrado a un espacio en evolución y abierto.
Las escuelas del futuro propenderán a desarrollar la imaginación entendida como la capacidad para concebir ideas, proyectos y creaciones innovadoras, a resignificar el error y la equivocación, romper con la rigidez de los horarios y los agrupamientos por edades, motivar la creatividad que es la capacidad de crear nuevas ideas, nuevas asociaciones que producen saberes, potenciar la diversidad, pensar una educación no lineal, preparar a los estudiantes para la incertidumbre, los cambios. A la vez, los estudiantes harán trabajos que no han sido inventados y tomarnos el trabajo de preguntarles a los estudiantes qué es lo que les gusta, y qué quieren aprender. Las escuelas del futuro son un posicionamiento en la calidad educativa, son un derecho de cada estudiante poder transitarlas y donde se garantice la calidad.
Estas escuelas necesitarán de comunidades de aprendizaje, es decir, aprender a aprender, debido a dos cuestiones significativas: la velocidad que ha adquirido la producción de conocimientos y la creciente posibilidad del acceso a la información.
Por lo tanto, las escuelas del futuro no serán solamente transmisores de conocimientos e información, sino espacios para desarrollar las capacidades de producir, utilizar e investigar saberes.
Borges dice: “Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos”. Por eso y por todo lo anterior, las escuelas del futuro necesitan pensar.