El pasado 22 de agosto de 2025 no fue un día cualquiera en la Unidad Penal Nº 6 de Rosario. En un rincón donde el tiempo suele arrastrarse despacio y la rutina pesa como cadenas, ocurrió algo inesperado: un grupo de internos se calzó camisetas, apretó fuerte los botines contra el suelo húmedo y salió a jugar. Ese día nacieron Los Gladiadores, un equipo forjado detrás de rejas y pasillos grises, que se enfrentó al conjunto del Colegio de Abogados de Rosario en lo que fue el primer partido oficial de rugby dentro de una cárcel santafesina.
Santa Fe hizo historia: por primera vez, el rugby traspasó los muros de la cárcel
Por primera vez, un partido oficial de rugby intramuros se jugó en Santa Fe. La Fundación Tercer Tiempo impulsó esta iniciativa en la Unidad Penitenciaria Nº6 de Rosario, promoviendo valores de reinserción entre los internos

Por Juan Trento

El resultado —40 a 20 para los abogados— fue apenas un detalle en la planilla. La verdadera victoria estaba en otra parte: en la emoción de los internos, en el aplauso sincero de quienes vieron el partido y en la certeza de que, incluso tras los muros más altos, todavía puede brotar la esperanza.
Una tarde distinta en la cárcel
El campo de juego no era un estadio, sino un patio reacondicionado. No hubo tribunas de cemento ni butacas numeradas: apenas bancos improvisados y un puñado de personas expectantes. Y sin embargo, el ambiente estaba cargado de algo único. La Fundación Tercer Tiempo, promotora de la iniciativa, llevaba meses trabajando con los internos. Cada pase, cada charla y cada entrenamiento apuntaban a ese instante. Y cuando Los Gladiadores salieron a la cancha, sus pasos pesaban como los de quien carga una historia difícil, pero también brillaban como los de quien sabe que está viviendo un momento irrepetible.
El partido: coraje contra experiencia
El rugby desplegó su lenguaje universal: tackles duros, corridas largas, tries celebrados con abrazos apretados. La experiencia y la técnica de los abogados se impusieron en el marcador, pero los internos jugaron con un coraje que se volvió contagioso. Cada avance, cada defensa férrea, arrancaba aplausos espontáneos. Porque ese día no se disputaba solo un partido: se disputaba la posibilidad de creer que hay un afuera distinto esperándolos.
Voces que lo cuentan mejor
El capitán de los abogados, Hernán Kovacevich, lo expresó con claridad: “Esto va mucho más allá del rugby. Es la demostración de que siempre se puede volver a empezar. Lo que hoy jugamos acá es la evidencia de que la inclusión y la reinserción son posibles. No es un discurso: puede hacerse realidad”.
Desde la Fundación Tercer Tiempo, Fernando Benítez subrayó el valor del encuentro: “Ponerse una camiseta, enfrentar a un rival de afuera, hacerlo con respeto y disciplina… es una experiencia única. El rugby les da herramientas que trascienden los muros y que los pueden acompañar en la vida”.
Un triunfo que no se mide en puntos
El tablero cerró con un 40 a 20 para los abogados. Pero nadie habló de derrota. El verdadero triunfo fue colectivo: los internos pudieron sentirse parte de un proyecto noble y quienes llegaron desde afuera descubrieron que el deporte es capaz de abrir puertas donde antes solo había muros.
Lo ocurrido en la Unidad Penal Nº 6 quedará en la memoria de Santa Fe. No solo porque fue la primera vez que se jugó un partido oficial de rugby intramuros, sino porque dejó en claro que la inclusión no es una consigna vacía: puede ponerse en práctica, puede respirarse, puede sentirse. Ese día el rugby atravesó paredes de concreto y alambradas, y sembró algo que ningún guardia puede requisar: la idea de que un tercer tiempo siempre es posible.