A esta altura y luego de un año desde que asumió como técnico de Unión, es realmente complicado convertirse en el exégeta de Juan Manuel Azconzábal. Y es que muchas ocasiones resulta imposible lograr interpretar lo que pasa por la cabeza del entrenador.
El DT de Unión tropieza dos veces con la misma piedra
Seguramente tendrá sus razones y sabrá mucho más de fútbol que todos los que opinan, por haber sido primero jugador y luego técnico. Pero eso no lo exime de equivocarse y de muchas veces tropezar con la misma piedra. En muchas ocasiones, Azconzábal pone el carro delante de los caballos.
Y la sensación es que piensa más en su idea que en los intérpretes que tiene. No se amolda a lo que tiene, sino que insiste con su impronta que a veces es difícil de descifrar. Por eso saca y pone jugadores permanentemente, lo mismo cuando cambia el sistema táctico.
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Como si le costara mantener un equilibrio a lo largo de varios partidos. Pareciera que se cansara de la rutina y debiera siempre buscar algo distinto, aún cuando lo hecho sea positivo. Después de jugar el mejor partido del torneo en el aspecto defensivo la pregunta del millón es ¿Por qué cambio el sistema para enfrentar a Vélez?.
Y la respuesta solo la tiene Azconzábal. Porque la línea de cinco que le había dado buenos dividendos sumando dos triunfos consecutivos la desarmó para visitar a Vélez. Desprotegió el bloque defensivo y condenó a futbolistas que venían jugando en un buen nivel.
Expuso de manera innecesaria a Claudio Corvalán a jugar mano a mano con Luca Orellano. Como así también a los marcadores centrales, sacó a Lucas Esquivel que venía cumpliendo, para meter a Gastón Comas que no era titular desde el 9 de mayo cuando jugó el Clásico.
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Un cambio inentendible por parte del técnico, qué necesidad había de tocar lo que estaba bien. En esa intención permanente de estar en la búsqueda, Azconzábal termina confundido y pasea jugadores por distintos puestos de la cancha.
Con tantas modificaciones, parece difícil darle una identidad al equipo. Si bien ahora los técnicos no se aferran tanto a un 11 de memoria como era antes, tampoco hay que exagerar como resulta en el caso de Azconzábal. Y a veces parece que el técnico se empeña en desafiar la lógica del fútbol.
Por eso el rendimiento de Unión se asemeja a un electrocardiograma, sube y baja, es oscilante. Y en eso se parece y mucho al técnico. Obviamente que no es casualidad, porque nunca termina de encontrar una regularidad. Por ello hace una semana con Argentinos fue un equipo pragmático y una semana después un equipo desquiciado.
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Esos eternos vaivenes son consecuencia de las decisiones que va tomando Azconzábal. Con algunos aciertos y muchos errores. Pero sin dudas que el principal defecto del DT tiene que ver con esa necesidad inexplicable de todo el tiempo buscar cambiar. Esa inestabilidad que genera incertidumbre para el jugador.
Si un técnico no es claro, difícilmente un equipo lo sea. Es verdad que el fútbol depende del rendimiento de los jugadores que son los que definen dentro de la cancha. Pero hay un técnico que debe conducir con la mayor serenidad y sabiduría posible. Y es allí donde el Vasco equivoca los caminos con su zigzagueos constantes.