Las imágenes de Ramón Ábila entrenando con el plantel de Instituto generaron asombro y a su vez polémica. Y no es para menos, ya que no resulta habitual que un futbolista con contrato en un club esté trabajando con el plantel de otra institución, por más sentimiento o vinculación tenga con ese equipo.
La reprochable decisión que adoptó Wanchope Ábila
Se sabe que Wanchope surgió futbolísticamente en Instituto y que además es fanático de la Gloria. Sin embargo, eso no lo habilita a ponerse la ropa del club y entrenar con el plantel que está a punto de jugar la segunda final ante Estudiantes de Buenos Aires por el ascenso a Primera División.
Una cosa lógica y entendible sería que Ábila entrene por su cuenta como lo hacen muchos jugadores, aún en tiempo de vacaciones. Pero no resulta razonable que lo haga con otro equipo y más con contrato vigente con Colón hasta diciembre del 2024.
LEER MÁS: Christian Bernardi, el referente de Colón que suena en Chile
Habrá que saber si el delantero solicitó un permiso especial para entrenar en Instituto. No obstante, la realidad indica que no está bien, que es una decisión absolutamente evitable. Ni hablar si el jugador sufriera una lesión, lo que implicaría un perjuicio para Colón, dueño de los derechos económicos y federativos.
A todas luces, lo de Wanchope parece ser más una actitud desafiante hacia los dirigentes que la intención de ponerse a punto en lo físico. Y más sabiendo que por delante hay una pretemporada extensa antes de comenzar con la actividad. El goleador siempre dijo públicamente que donde estaría más cómodo es en Córdoba y con su familia.
A su vez y con contrato hasta diciembre del 2024, cada vez que le consultaron por su futuro, respondió con evasivas siempre poco convincente. Y su decisión de entrenar con Instituto parece ser un paso adelante en su intención de generar enojo puertas adentro de Colón. Con permiso o sin permiso, lo de Wanchope no se justifica.