Tras el funeral de Benedicto XVI, el papa Francisco consideró que aquella pompa fúnebre no estaba de acuerdo con los valores defendidos durante su pontificado. Pero decidió utilizar la teatralidad vaticana para lanzar su último gran mensaje visual al mundo.
El sepelio del papa Francisco con su pompa fúnebre: austeridad, el último mensaje del pontífice
El papa Francisco vivió su pontificado con sencillez y austeridad, y sus últimos deseos para su velatorio también cumplieron estos designios


Jorge Bergoglio, un papa diferente
En marzo de 2013, cuando Jorge Mario Bergoglio fue presentado como nuevo Papa de Roma, solo con su vestimenta ya hizo toda una declaración de intenciones. A diferencia de sus antecesores, prescindió de la estola dorada y la capa roja de armiño. Francisco solo aceptó una túnica blanca.
Como Jesuita, este ascetismo no era solo una elección franciscana (como Francisco de Asís, que renunció a una vida de lujos para ayudar a los pobres), también seguía lo acordado en el Concilio Vaticano II: simplificar las vestimentas y las liturgias.
El papa Francisco declinó vivir en palacio y prefirió una habitación en la residencia Santa Marta. Tampoco pasó los veranos en Castel Gandolfo, una suntuosa fortaleza del siglo XII cerca de Roma. Murió con 90 euros. Estos y muchos otros humildes gestos hicieron que la figura de Francisco transmita credibilidad (coherencia entre la comunicación verbal y visual).
El papa Francisco enfatizaba "que es el funeral de un pastor de Cristo y no de un hombre poderoso y arrogante"
Junto al maestro de ceremonias litúrgicas del Vaticano, Francisco buscó nuevas formas de simplificar los ritos funerarios y ser congruente con los valores que había defendido durante su pontificado: sencillez y austeridad. En el fondo se trataba de "enfatizar que es el funeral de un pastor discípulo de Cristo y no la de un hombre poderoso (y arrogante) de este mundo".
Además de sustituir los tres féretros por uno (ahorro), no elevarse sobre un catafalco (no estar por encima de nadie) o prescindir del báculo papal (el símbolo de poder); hay que analizar también con detalle su vestimenta.
Lo vistieron con una casulla roja (color de luto papal, sangre de mártir), la mitra (tocado simboliza su liderazgo en la Iglesia) y un rosario negro entre sus manos. Aparentemente, el atavío no difiere con el de sus predecesores. Solo que esta ropa no se creó para la ocasión (ya la había usado) y también su calzado marcó diferencia.
Francisco siempre se ponía los famosos zapatones negros de cordones y que le arreglaban una y otra vez porque no quería caer en el vicio del consumismo. En vez de los mocasines rojos de Papa, Francisco llevaba en el féretro su viejo y humilde calzado.
La sastrería donde se elaboran los vestidos del clérigo fue informada que esta vez no se necesitaron los tres trajes de distintas tallas que se encargan para cada nuevo Papa. Claro, aún deben tener en el Vaticano los que no quiso vestir Francisco en su día. En fin, genio y figura hasta la sepultura.
Hace más de un siglo que ningún Papa es enterrado fuera de la basílica de San Pedro. Según Francisco, su deseo fue estar por siempre “bajo la sombra de una mujer” en la basílica de Santa María la Mayor. Pese a que las reformas en materia de defensa del papel de la mujer dentro de la Iglesia sean ínfimas, el mensaje es hermoso.
En la tapa del féretro se estampó su escudo de armas. Es el mismo de cuando era obispo. Un monograma jesuita que hace referencia a cuando Cristo escogió a una persona “indigna” para que lo siguiera. "El sepulcro debe estar en la tierra; sencillo, sin decoración particular y con la única inscripción: Franciscus", pidió Bergoglio.