Cuando se recuerda lo que dejó el tornado de San Justo, llegada la fatídica fecha del 10 de enero es necesario nombrar al icónico Hotel California. En la caja negra del lugar que sirvió como hospedaje a figuras ilustres como Fito Páez (de quien se dice que allí termino de componer la célebre canción "11 y 6") o el mismo Diego Armando Maradona se recuerdan las imágenes del viento arremolinado que destrozó media ciudad de San Justo, con el hotel en el epicentro del desastre.
El recuerdo del Hotel California con un auto incrustado en el primer piso
"Fatídico". Esa fue la primera palabra que mencionó Daniel Gramaglia, uno de los dueños del hotel que ahora funciona en plenitud a la vera de la Ruta Nacional 11. En la retina de la familia Gramalia, la cual ya era propietaria del establecimiento en aquel lejano pero latente 1973, quedan todavía imágenes "cual una película de guerra" sobrevolando cada vez que se acerca la fecha de aniversario de aquel desastre. "A mí el viento me marcó para toda la vida, no se me va a pasar nunca", destacaron.
UNO se dirigió hacia la ciudad de San Justo para charlar de primera mano con los hermanos que forman parte de la familia dueña del Hotel California. Los registros fotográficos que se guardan allí en viejas revistas muestran de forma cabal la magnitud del calvario posterior a la llegada del tornado, con un hotel que se volvió una pila de escombros en un abrir y cerrar de ojos.
"Un pueblo bombardeado"
"Era un día muy caluroso. Me acuerdo que eran alrededor de las 14, me estaba por ir a la pileta. Mi papá estaba parado en la puerta del hotel y me dice «¿por qué no esperás un ratito que se viene tormenta?». Entre que dijo eso se levantó viento, quise cerrar una ventana y el viento me la arrastró y la rompió. Ahí se armó todo. Nos metimos en un living del hotel sin saber lo que estaba pasando realmente", comenzó a relatar Daniel Gramaglia, quien por aquel entonces tenía 17 años y ayudaba a su padre en su actividad hotelera.
Pasados los siete minutos de ruido, viento, golpes y terror en lo que demoró el tornado en arrasar lo que se cruzó, Daniel recuerda que "la primera imagen que me quedó a mi del tornado al salir a la calle fue la de una película de guerra en la que muestran un pueblo bombardeado: cosas humeando, casas cortadas por la mitad, heridos. Fue tremendo. Al hotel lo destruyó en un 70 u 80%".
A raíz del vendaval se cayó un piso completo del hotel, con las escaleras repletas de escombros, el ruido atronador del viento y el arrastre de objetos que golpeaban en todas partes. Enfrente del hotel se encontraba un poste de teléfono que se cayó arriba de la administración, generando un cortocircuito con los cables y las chispas que brotaban.
A su vez, UNO dialogó al mismo tiempo con Liz Gramaglia, hermana de Daniel y que a sus 15 años también estaba en el hotel al momento de la tragedia. Así recuerda el instante que todo se desvaneció: "Estábamos esperando unas amigas a que vengan a pasar discos mientras jugábamos a las cartas. Después del tornado salimos por una puerta de la sala de televisión, por la puerta del frente era imposible pasar. Lo único que le dije a mi mamá fue: "¿Dónde estamos?". Desapareció el barrio, estaban muy bajas las paredes".
"Estábamos en un pequeño living con las empleadas del hotel, cuando una de ellas dice que lo que estaba volando con el viento eran vacas. Nos quedamos adentro sin saber que era lo que pasaba, para nosotros fue una vida estar ahí adentro, fue tan desgarrador todo que fue como que los minutos no pasaban más. Nadie dimensionó que ahí había pasado un tornado, ni idea tenía la gente, uno nunca lo había vivido", continuó compungida Liz.
El Gordini en el techo
Una de las escenas que retrató el tendal originado por el viento que se levantó a orillas del río Salado fue que en el techo del porche del hotel, camuflado por los escombros y las paredes caídas por completo se divisó el paragolpe completo de un auto que yacía en ese lugar. La icónica imagen era la de un Renault Gordini que había sido arrastrado por el viento, yendo a colisionar contra el hotel producto del vendaval e incrustándose en el pasillo del primer piso.
La anécdota narra que años después, Daniel Gramaglia se encontró con quien era la dueña del auto, Rita García Lamas, donde se despejó una duda que había quedado en la mente de todos desde que transcurrió el tornado: "Cuando la encuentro nos pusimos a charlar sobre esto y yo le pregunto: «Rita, decime una cosa: ¿Dónde estaba estacionado el Gordini que terminó cruzado en el primer piso del hotel?», a lo que me dice que lo tenía frente a su casa estacionado bajo la sombra sobre calle Independencia y Santa Fe, a tres cuadras del hotel. Desde ahí lo levantó hasta el frente del hotel, donde nos hizo un lío bárbaro".
Pasado un rato se empezó a liberar de escombros la escalera, pero una persona quedó atrapada en el segundo piso, el cual se había volado completamente. Según relata Daniel, "estaba apretada contra la puerta del baño. Nadie quería subir porque había que trepar entre los escombros inestables. Subió un changarín que se animó y pudo bajar a la persona".
El recuerdo
Cada 10 de enero es un dolor en el corazón para muchos sanjustinos que recuerdan con tristeza la fecha de aquel fatídico 10 de enero que se cobró tantas vidas en cuestión de minutos. Para los Gramaglia quedó el gusto amargo del trabajo de una vida "hecho escombros", aunque lo que resulta para destacar es que pese a la tragedia, en el hotel se habilitó una parte para seguir funcionando y teniendo sustento de trabajo tan solo días después del tornado.
"Que estemos todos vivos y que se pueda haber reconstruido el hotel y puesto de vuelta a funcionar fue algo muy bueno. Mi papá no se quedó en eso, el tornado nos voló el tercer piso del hotel y a la semana estábamos funcionando. Se puso un tanque de agua, se puso termotanque y se habilitó una parte porque necesitaba seguir trabajando", manifestó Daniel recordando a su padre, quien falleció a los 60 años y a lo que el mismo Daniel aduce: "Yo siempre digo que el tornado le llevó unos 15 años de vida".
"Nosotros no recibimos ayuda económica y mi papá dijo esto no se frena. Mi viejo al hotel lo tenía impecable, de lujo, y de golpe se quedó sin nada", afirmó Liz contando lo que fue el sacrificio de su padre para mantener en pie el negocio.
Sobre esto narró: "La ayuda de los vecinos fue fundamental, ellos fueron los que nos permitieron estar en su casa pese a que ellos también habían sido afectados. Días después mi papá decidió que en la parte nueva donde no había destrozos nosotros fuéramos temporalmente a vivir en algunas habitaciones. Fue muy duro pero me llena de orgullo haber tenido los padres que tuve y no haber perdido a nadie porque mucha gente perdió seres queridos y eso no se recupera".
En San Justo, cada 10 de enero se vive imborrable. Los recuerdos de los damnificados siguen intactos y cada vez que hay una tormenta "se vive como un tornado, no cuando llueve sino cuando hay viento", según contaron con dolor los vecinos. "A mí el viento me marcó para toda la vida, no se me va a pasar nunca", concluyeron.