Hasta hace no tanto, tomar un café afuera en Santa Fe era una costumbre reservada para ciertas ocasiones: una reunión laboral, una cita especial o, con suerte, una pausa entre trámites en el centro.
Santa Fe huele a café: los nuevos rincones y costumbres que crecen al compás del boom de las meriendas
La ciudad vive una verdadera revolución cafetera. Las meriendas se transformaron en un ritual urbano que cruza generaciones. Desde el café al paso hasta los brunchs que reemplazan almuerzos, los sabores, las costumbres y los nuevos espacios se multiplican con estilo propio.

Las meriendas se transformaron en un ritual urbano que cruza generaciones.
Hoy, en cambio, la postal es otra. Lo que antes era excepcional, ahora es parte de la rutina. Y esa nueva cotidianeidad se refleja en una oferta cafetera que no para de crecer. El café dejó de ser excusa y se volvió plan en la capital santafesina.
"Lo que antes era algo específico, como una reunión puntual, hoy la gente lo toma más como una salida, una distracción, una reunión familiar, hasta una peña de amigos", señala Matías Bumaguin, empresario gastronómico y propietario de la heladería y cafetería Carmiel, que cuenta con dos sucursales en la ciudad.
Lo mismo ocurre con la merienda, que pasó de ser un hábito hogareño a convertirse en un verdadero ritual urbano.
El fenómeno se cuela en cada rincón. Cafeterías tradicionales que se reinventan, bares nocturnos que ahora abren de día, heladerías que suman cafetería y tortas caseras, panaderías que invitan a quedarse.
"Creo que el cambio comenzó a partir de la pandemia, cuando la gente empezó a salir un poco más; también influyó el tema de la seguridad, porque muchos prefieren evitar la noche", reflexiona Bumaguin, al identificar cuándo comenzó este nuevo hábito social.
La movida crece a ritmo sostenido y con una amplitud que sorprende. Ya no se trata solo de ir a “tomar algo”, sino de vivir una experiencia. Y eso se nota en espacios renovados, en la ambientación, en la carta, en los detalles.
Sin embargo, en un contexto económico desafiante, los empresarios gastronómicos enfrentan el reto constante de mantener promociones y ofertas atractivas para sus clientes, equilibrando la calidad y el costo, y adaptándose a la demanda sin sacrificar la rentabilidad.
De todos los gustos (y tamaños)
Hay café al paso para aquellos que tienen prisa, acompañado por dos medialunas, un clásico desayuno. Pero también hay meriendas que tranquilamente pueden confundirse con un almuerzo, o incluso lo reemplazan: sándwiches gourmet, mucho de elaboración casera, huevos revueltos, tostadas con palta, jugos naturales y fruta fresca. El menú se amplía y se adapta a todos los gustos, edades y horarios.
"Estamos con el servicio de cafetería hace nueve años. Nuestro fuerte sigue siendo el helado y la pastelería, pero se fueron sumando sándwiches, pizzas, ensaladas, omelettes. Desde hace unas temporadas son un boom los waffles: llegaron como una moda pero se están instalando como un clásico para muchos comensales", describe Bumaguin sobre cómo evolucionó la carta.
Es que lo que antes era una pausa rápida, ahora puede ser un encuentro largo, una comida completa o incluso un pequeño festejo. Es que cada vez más cumpleaños se celebran con café de especialidad y una porción de torta decorada.
Una escena diversa que escapa al centro de Santa Fe
En estos nuevos cafés hay de todo: gente sola leyendo, estudiantes con notebooks, grupos de amigas, parejas compartiendo un brunch, padres y madres con cochecitos, adultos mayores que encuentran en estos espacios un refugio cálido.
"El día más fuerte es sábado a la tarde-noche y domingo a la tarde, cuando salen las familias. En uno de nuestros locales abrimos desde las 7 de la mañana y ya hay mesas ocupadas por grupos fijos, que se encuentran después de hacer un trámite o antes de ir a trabajar", cuenta Bumaguin, ilustrando el uso cotidiano de estos espacios.
Las edades se mezclan, los estilos también. Algunos buscan la estética para redes; otros, un rincón íntimo para charlar sin apuro. La postal ofrece la necesidad de encuentro y/o de pausa.
"Lo hace gente grande, pero también se empiezan a sumar familias, chicos, e incluso adolescentes. Quizás no vienen por un café caliente, pero sí por un capuccino frío, un milkshake, algo más moderno. La merienda está captando nuevos públicos", destaca el empresario.
El circuito tradicional de cafés se amplía cada vez más en barrio Candioti y bulevar, y se mantiene con firmeza en el sur de la ciudad, todas con propuestas cada vez más sofisticadas.
Pero el mapa se amplió. Ya no hace falta ir al centro para disfrutar de una buena merienda. Sobre Ruta 1, en Colastiné, en San José del Rincón y otros barrios tradicionales que se suman.
¿Es pasajero? ¿Una moda más? Tal vez. Pero todo indica que esta tendencia llegó para quedarse. En una rutina acelerada, la merienda se consolidó como una pausa concreta: un espacio para encontrarse, conversar o simplemente desconectar.
Hoy, decir “vamos a tomar un café” no es solo una invitación, sino una forma de organizar el tiempo libre. Santa Fe adoptó esta costumbre con fuerza, y en ese hábito —cada vez más extendido— se refleja el crecimiento sostenido de nuevos espacios con servicio de cafetería, que invitan a los santafesinos a quedarse un rato más.