Unión atraviesa un momento delicado en el Torneo Clausura de la Liga Profesional. El conjunto tatengue acumula cuatro partidos sin victorias, con dos derrotas al hilo, la última por 3-1 ante Central Córdoba en Santiago del Estero, que se sumó al duro golpe recibido en el 15 de Abril frente a Aldosivi, también por 2-0, ante un rival que llegó como último en la tabla.
¿A Unión le agarraron la mano o perdió su identidad?
Unión atraviesa su peor momento en el Clausura, con dos derrotas consecutivas, y varios futbolistas lejos del nivel mostrado en el tramo inicial.
Por Ovación

Copa Argentina
El equipo de Leonardo Madelón perdió solidez, variantes y confianza. De aquel Unión que sorprendía por su orden y dinámica, poco quedó en los últimos encuentros. Ni siquiera los empates previos ante Independiente Rivadavia (2-2) y Banfield (0-0) alcanzaron para mantener la estabilidad que el técnico buscaba.
“Nos agarraron la mano”
Tanto Madelón como Mauricio Martínez, uno de los referentes del plantel, coincidieron en una frase que empezó a sobrevolar el ambiente: “a Unión le agarraron la mano”. Sin embargo, la pregunta que muchos se hacen es otra: si los rivales ya saben cómo juega Unión, ¿por qué el equipo tatengue no logra leer y anticipar lo que le proponen los demás?
El conjunto rojiblanco tiene un ADN futbolístico definido, producto del estilo clásico de Madelón: líneas compactas, salida rápida, intensidad y ataques directos. Nada de eso debería ser sorpresa para los técnicos rivales. Por eso, más que un problema de previsibilidad, el bajón parece estar en los niveles individuales y en la falta de respuestas dentro del campo.
Bajones individuales que preocupan
El retroceso futbolístico es evidente. Matías Tagliamonte, que hasta hace pocas fechas parecía imbatible, recibió cinco goles en los últimos dos partidos y dejó dudas en varias intervenciones. En defensa, Maizon Rodríguez y Valentín Fascendini atraviesan su peor momento del torneo, con desatenciones que el rival no perdona.
Por las bandas, Lautaro Vargas y Mateo Del Blanco se sostienen como los más regulares, aunque también mostraron flaquezas en la última línea. En el mediocampo, el capitán Mauricio Martínez perdió peso y precisión, mientras que Franco Fragapane continúa sin justificar su titularidad.
Mauro Pittón mantiene su entrega y despliegue, pero su rendimiento se resiente por el desconcierto general. Julián Palacios perdió su lugar por un inconveniente personal y su reemplazante, Augusto Solari, no pudo aprovechar la oportunidad. En la generación de juego, Nicolás Palavecino no logró asumir el liderazgo ofensivo que exigía la ausencia de Marcelo Estigarribia, quien volvió en el segundo tiempo ante Central Córdoba pero lejos de su mejor forma.
En ataque, Cristian Tarragona se multiplica en esfuerzo y compromiso, aunque muchas veces queda aislado y sin socios claros.
Unión debe levantar cabeza
Lo que atraviesa Unión parece más profundo que una simple lectura táctica de los rivales. Es un bajón individual trasladado a lo colectivo, un equipo que perdió confianza y funcionamiento. Los futbolistas no muestran la misma intensidad ni la coordinación que caracterizaban al equipo en el arranque del Clausura.
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Será tarea de Leonardo Madelón reencauzar el rumbo. El entrenador deberá realizar cirugía fina en varios puestos, recuperar confianza y volver a las bases que lo hicieron competitivo. Porque si bien los rivales pueden “agarrarle la mano”, el problema principal parece ser que Unión todavía no logra encontrarse a sí mismo.