En poco tiempo Colón forjó un espíritu de hierro, se fortaleció en las adversidades y cuando muchos dudaban del carácter de este plantel, dio sobradas muestras de personalidad y confianza para creer en sí mismo.
Del Colón con mandíbula de cristal, a este con espíritu y carácter de hierro
Menos de un mes pasó de aquella derrota ante Independiente (24 de agosto) por 2-0 en donde el equipo jugó mal y fue superado con mucha comodidad por su rival, pero además dejando una imagen muy mala.
Las horas posteriores a ese encuentro fueron un cúmulo de especulaciones y rumores en torno a la posibilidad de que Pablo Lavallén sea despedido. Se mencionó que José Vignatti le había bajado el pulgar y no había vuelta atrás.
Pero ese partido resultó un punto de inflexión, ya que a partir de ahí llegaron los triunfos, la clasificación a los cuartos de final de la Copa Argentina y la última semana que terminó siendo perfecta derrotando a dos equipos de jerarquía como San Lorenzo y Atlético Mineiro.
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La confianza fue en aumento y los jugadores comenzaron a creer en ellos, las imágenes mutaron, de aquel equipo que se fue silbado y reprobado luego de la derrota ante Patronato en el debut de la Superliga, a este que se retiró ovacionado en una noche histórica.
No es casualidad que Colón haya dado vuelta tres series ante River de Montevideo, Argentinos Juniors y Zulia. A lo que hay que agregarle el triunfo ante el Mineiro en donde arrancó perdiendo y lo terminó ganando.
Pero además del plus de reaccionar rápidamente, ya que desde el inicio del segundo tiempo se lo llevó por delante al Galo. En otra circunstancia el gol de Chara por la forma en que se dio, hubiese sido un golpe de nocaut. Pero ese Colón con mandíbula de cristal, ya no es tal. Y hoy es capaz de levantarse aunque la trompada sea fuerte.
En los últimos partidos comenzó a observarse una identidad de juego, esa presión alta para apretar arriba y recuperar rápido fue marca registrada en los partidos ante Rosario Central, San Lorenzo y Atlético Mineiro.
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Obviamente que no lo hizo durante los 90', porque es imposible de lograrlo, pero supo dosificarlo para que sea efectivo. Con el Canalla no terminó ganando por ese error de Leonardo Burián. Pero allí se inició esa idea de presionar y luchar los partidos, con una solidaridad y espíritu colectivo que no se advertía en los encuentros anteriores.
Hasta no hace mucho tiempo Colón era un equipo light, que cuando perdía lo hacía casi sin luchar. Se entregaba mansamente a los avatares del partido. Y le faltaba reacción, como sucedió en las derrotas ante Patronato, Huracán e Independiente.
Pero esa caída con el Rojo fue el punto de inflexión, luego llegaron los triunfos por Copa Argentina con Sol de Mayo y Atlético Tucumán, el empate con Rosario Central y las victorias ante San Lorenzo y Atlético Mineiro.
Y hoy Colón puede ganar, perder o empatar, pero la imagen es otra. Entendió la manera de jugar los partidos importantes. A ese plus que tenía en las Copas se lo agregó en el torneo local. En consecuencia, pasó a ser un equipo confiable en todas las competencias y el hincha comenzó a ilusionarse.
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Falta un paso más que de ninguna manera será sencillo, pero con esta actitud, carácter y solidaridad el objetivo de jugar una final estará más cerca de conseguirse. Este plantel supo reaccionar a tiempo y entender el momento histórico que vive el club.
Por eso los hinchas sueñan despiertos y como nunca antes creen que están en la antesala de algo único. Esa relación que parecía rota entre los hinchas y el plantel, se recompuso y hoy viven un amor idílico. Eso se observó en la histórica noche del 19 de septiembre en el Brigadier López que ya forma parte de otra página gloriosa de la historia sabalera.