El presidente de Rusia, Vladimir Putin, afirmó este martes que los acuerdos de paz respaldados por los países occidentales en el este de Ucrania ya no existen, tras reconocer la independencia de las regiones separatistas rusoparlantes en esa zona, y consideró que la “mejor solución” para resolver la crisis sería que “Kiev renuncie a la Otán y se desmilitarice”.
Vladimir Putin conmina a Ucrania para que se desmilitarice

Vladimir Putin exige a Ucrania que renuncie a la Otán
“Los acuerdos de Minsk ya no existen, nosotros reconocemos a la República Popular de Donetsk (DNR) y a la República de Lugansk (LNR)”, dijo Putin en una breve conferencia de prensa trasmitida por la televisión rusa.
“¿Para qué implementarlos si hemos reconocido la independencia de estas regiones?”, agregó el mandatario, citado por la agencia de noticias Sputnik.
Putin insistió en que durante ocho años Rusia estuvo interesada en aplicar dichos acuerdos, de los que recordó fue uno de los autores, porque eran “resultado de un compromiso”.
Sin embargo, lamentó que posteriormente las autoridades ucranianas “bloquearon dichos acuerdos” que, a su juicio, “cayeron en desuso”, reportó la agencia de noticias Europa Press.
“¿Debíamos seguir observando esta masacre, este genocidio de las personas que viven en esos territorios? ¿Cómo se tolera eso? Cuando hablábamos con nuestros socios de Europa siempre decían lo mismo, hay que seguir este camino, pero no podían convencer a sus socios de Ucrania para implementar estos acuerdos”, espetó.
Consultado sobre un eventual apoyo del Ejército ruso a los separatistas rusoparlantes en Ucrania, el líder ruso señaló que el envió de tropas no está contemplado de momento y dependerá de la situación “en el terreno”.
Ante el deterioro de la situación en la zona, el gobernante ruso explicó que la mejor decisión que puede tomar el gobierno de Kiev para resolver la crisis en la zona es renunciar a su voluntad de integrar la Otán.
“La mejor solución (...) sería que las autoridades actualmente en el poder en Kiev rehúsen por sí mismas unirse a la Otán y se mantengan neutrales”, declaró.
Esta demanda es una de las garantías exigidas por Rusia desde que a finales del año pasado se disparó la tensión en torno a la exnación soviética, luego de que Moscú desplegara decenas de miles de soldados en la frontera e hiciera temer a los países occidentales una invasión rusa de ese país europeo.
Sin embargo, el Kremlin rechazó en reiteradas ocasiones estas acusaciones y denunció actividades hostiles de la alianza militar cerca de su territorio y reclamó garantías para que no siga expandiéndose hacia sus fronteras.
En la misma línea, Putin exigió una “desmilitarización” de Ucrania, al alegar que recibe armas de sus aliados occidentales, y que reconozca la soberanía rusa sobre la península de Crimea, que Moscú se anexionó en 2014. Para el jefe del Kremlin, “una Ucrania armada hasta los dientes y antirrusa es inaceptable”.
“Ucrania ha pedido a sus aliados occidentales que le suministren más armas para hacer frente a la amenaza de una invasión rusa”, declaró este martes el canciller ucraniano, Dmytro Kuleba.
“Esta mañana (por la de este martes) le envié al ministro británico de Relaciones Exteriores una carta en la que pido armas defensivas adicionales para Ucrania”, dijo Kuleba en rueda de prensa en la embajada ucraniana en Washington, y añadió que también pedirá armas a Estados Unidos.
Rusia desplegó hace semanas a unos 150.000 efectivos militares en las fronteras ucranianas, según Washington, lo cual llevó a las potencias de Occidente encabezadas por Estados Unidos a denunciar la planificación de una inminente invasión de la exrepública soviética.
La crisis se intensificó el lunes, cuando Putin anunció el reconocimiento de la independencia de los dos enclaves separatistas de Lugansk y Donetsk en el este de Ucrania y dijo que el ejército de Rusia sería responsable de lo que llamó “mantenimiento de la paz”.
Osetia del Sur y Abjasia, antecedentes en 2008
El conflicto por Donetsk y Lugansk, dos provincias separatistas del este ucraniano, muestra ciertas semejanzas con lo sucedido en 2008 en Osetia del Sur y Abjasia, regiones aceptadas como países independientes por Rusia, tras las intenciones de Georgia de pertenecer a la Organización del Atlántico Norte (Otán).
Fue precisamente el intento fallido de incorporarse a la Alianza Atlántica lo que impulsó en marzo de dicho año al Parlamento ruso a pedirle al Kremlin que reconociera la independencia de Osetia del Sur y Abjasia, en el Cáucaso sur.
La guerra de Osetia del Sur, iniciada por Georgia el 7 de agosto de 2008 contra estas dos repúblicas prorrusas, provocó luego la intervención militar de Moscú.
El conflicto bélico finalizó cinco días después tras lograrse un alto el fuego bajo la mediación del expresidente francés, Nicolas Sarkozy.
Pero a continuación el Kremlin reconoció la independencia de estos dos territorios rebeldes, donde actualmente tiene una fuerte presencia militar. Era la primera vez que las tropas rusas intervenían en un conflicto, tras su derrota en Afganistán (1979-1989).
Para algunos analistas, el Kremlin hizo en Ucrania algo similar con Donetsk y Lugansk, ambas de la llamada región del Donbás, cuando el lunes el presidente Vladimir Putin los reconoció como Estados independientes.
Dichas regiones se habían sublevado después de la revolución de 2014 que puso fin al gobierno del presidente Viktor Yanukovich, alineado con Moscú, considerado por Rusia como un golpe de Estado impulsado por Occidente.
La llamada Guerra de los Cinco Días dejó más de 2.000 muertos, tras lo cual Georgia rompió las relaciones diplomáticas con Moscú.
El Kremlin envió a Osetia del Sur y Abjasia un contingente militar de soldados “pacificadores” que conforman unos 13.000 efectivos acuartelados en bases de las dos regiones.
Posteriormente, Osetia del Sur y Abjasia fueron reconocidas como Estados independientes por Venezuela, Nicaragua, Siria y Nauru, un pequeño país situado en el océano Pacífico central, mientras que Tiflis los consideró como “territorios ocupados”.
La Unión Europea (UE) y la Otán señalan que Georgia, un pequeño país de 3,7 millones de habitantes, constituye un aliado importante en el mar Negro.
Tras anexionarse en marzo de 2014 la península ucraniana de Crimea, el Kremlin firmó ese mismo año un acuerdo de amistad con Abjasia para la creación de agrupaciones militares, policiales y de seguridad comunes.
Actualmente, la situación en estas dos regiones del Cáucaso continúa siendo motivo de desavenencias entre Rusia, la UE y Estados Unidos, ya que Moscú mantiene tropas en esa zona que considera de su influencia.
En 2017, la Otán reconoció como miembros aspirantes de esa organización a Bosnia y Herzegovina, Georgia y Macedonia.