Hugo Schnell, un verdulero del barrio Guadalupe, convirtió su experiencia de supervivencia en un testimonio de fe. El pasado 10 de abril, en lo que parecía ser una tarde común en su comercio ubicado en la calle General Paz al 7400, su vida cambió para siempre. Un intento de robo terminó en tragedia cuando Schnell fue apuñalado en el pecho, una herida que lo llevó al borde de la muerte.
A cuatro meses del ataque, Hugo Schnell le rindió homenaje a Mama Antula en su verdulería de barrio Guadalupe
Schnell es el verdulero que resultó apuñalado en un intento de robo el pasado 10 de abril y tuvo una sorprendente recuperación que le permitió ser dado de alta en apenas 12 días
El verdulero fue trasladado de urgencia al hospital José María Cullen, donde los médicos lucharon por su vida. Tras una intervención quirúrgica exitosa, Schnell comenzó una sorprendente recuperación que le permitió ser dado de alta en apenas 12 días. Contra todo pronóstico, en mayo, ya estaba de vuelta en su negocio, atendiendo a sus clientes con la misma dedicación de siempre. Pero su regreso no fue solo un triunfo médico; para Schnell, fue un milagro.
Cuatro meses después del ataque, el verdulero decidió rendir homenaje a quien considera su salvadora: Mama Antula, la santa a quien atribuye su recuperación. A la entrada de su verdulería, colocó un cartel que reza: "Aquí fue el milagro de Mama Antula después de su canonización". Además, comenzó a distribuir estampitas de la santa entre sus clientes, quienes ahora se persignan y encienden velas en su honor al visitar el comercio.
Fe
En una entrevista con Sol Play, Schnell expresó su profunda gratitud: “Tendría que rendirle diez homenajes”. Está convencido de que su recuperación fue el primer milagro post-canonización de Mama Antula. Pero esta devoción no surgió de la nada; tiene raíces en un vínculo personal con la santa.
Schnell contó que conoció la historia de Mama Antula a través de la esposa de Claudio Perusini, un santafesino cuya sanación se atribuye al primer milagro de la santa. “Ella vino a la verdulería y dejó un folleto con su historia. Yo lo tenía guardado con unas velas, pidiéndole que ayudara a mi esposa a dejar de fumar”, relató Schnell. Fue en ese mismo día del ataque que Hugo encendió una vela en honor a Mama Antula, sin imaginar que poco después estaría implorando por su propia vida.
Durante su hospitalización, Schnell decidió que, si sobrevivía, establecería un "santuario" en su verdulería en honor a la santa. Fiel a su promesa, ha repartido más de 210 estampitas desde su regreso, y no piensa detenerse. “Si tengo que repartir un millón, lo haré. Es lo mínimo que puedo hacer”, afirmó con convicción.
La verdulería de Hugo Schnell no solo es un lugar para comprar frutas y verduras; se transformó en un pequeño altar de fe, un espacio donde la gratitud y la devoción se mezclan con las rutinas diarias del barrio. Para muchos, es un recordatorio de que, en los momentos más oscuros, la fe puede ser un faro de esperanza.