El laboratorio Elea lanzó recientemente Obetide, el primer medicamento inyectable contra la obesidad producido en Argentina. Si bien su indicación principal es el tratamiento de la diabetes tipo 2, profesionales nutricionistas y del ámbito farmacéutico de Santa Fe advirtieron sobre su creciente utilización con fines estéticos o adelgazantes y los riesgos que esto implica.
El inyectable contra la obesidad ya está disponible en droguerías santafesinas: las advertencias de los nutricionistas
Se trata del primer medicamento de producción nacional aprobada para el tratamiento del sobrepeso y la obesidad en el país. Qué dijeron nutricionistas santafesinos.
Qué pasa en Santa Fe. Lanzaron el primer medicamento inyectable contra la obesidad producido en Argentina
Desde el Colegio de Farmacéuticos de Santa Fe confirmaron que, aunque las farmacias aún no lo tienen en stock, “en las droguerías ya está disponible”. Explicaron además que cualquier farmacia puede adquirirlo “si recibe una prescripción médica”, un requisito indispensable para su dispensación.
Esta droga, que pertenece a la clase de agonistas del receptor GLP-1, fue uno de los desarrollos farmacológicos más disruptivos de los últimos años. El nuevo producto llega a un mercado de rápido crecimiento desde la irrupción de fármacos como Ozempic.
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En cuanto a la demanda, la entidad reconoce que el uso de este tipo de fármacos viene en aumento: “El Dutide tiene una utilización cada vez mayor, no solo para diabetes sino también para bajar de peso. La diferenciación entre que uno está destinado a bajar de peso y el otro a la diabetes hará que haya una modificación en el consumo de uno y de otro”, señalaron.
Advertencias desde la nutrición
La licenciada en Nutrición Virginia Yódice analizó el funcionamiento y las consecuencias del uso de este tipo de medicamentos. Explicó que su acción principal es generar saciedad y retrasar el vaciamiento gástrico, lo que produce una marcada disminución del apetito: “Lo que relatan todos los pacientes es que con este fármaco no tienen hambre”.
Según Yódice, este efecto conduce casi inevitablemente a una baja de peso: “Cuando se tiene un recurso que te permite no tener hambre, vas a bajar de peso. El tema es el costo de eso.”
Entre esos costos, la especialista destacó un punto clave: la pérdida de masa muscular, que puede ser más pronunciada que en una dieta hipocalórica convencional. “Al bajar 30 kilos de golpe voy a perder masa muscular y es una de las cosas que se le critica a la medicación”, sostuvo.
La nutricionista aclaró que puede ser útil en ciertos pacientes con obesidad severa y riesgo de vida, donde el peso extremo dificulta incluso la actividad física: “Esto podría ser un empujón para que una persona salga de los 140 kilos y llegue a los 115, por ejemplo.”
Sin embargo, advirtió que la disminución de masa muscular tiene consecuencias a largo plazo: “Cuando se pierde masa muscular se pierde el máximo capital funcional del cuerpo.”
Y remarcó además que, cuando el tratamiento no puede sostenerse en el tiempo, el rebote suele ser inevitable: “Una vez que las personas no pueden continuar, los pacientes tienden a volver al punto cero.”
El riesgo del efecto rebote
Yódice insistió en que ningún tratamiento farmacológico sirve si no se acompañan cambios de hábitos: “Si hay un tratamiento farmacológico sin trabajar el vínculo con la comida, sin trabajar los hábitos, sin acompañar de actividad física para minimizar la pérdida de masa muscular, los pacientes bajan 30 kilos y al año siguiente suben 50.”

















