Después de la derrota ante Sarmiento, nada hacía suponer que Unión iba a ganar los próximos tres partidos. Y es que el equipo no mostraba ningún atisbo de recuperación. El Tate estaba nocaut y los jugadores no lograban mantenerse en pie, estaban derrumbados anímicamente.
La mejora de Unión arrancó por la cabeza y terminó en los pies

José Busiemi / UNO Santa Fe
Unión mejoró en el aspecto mental, pero ante Gimnasia esa evolución se observó también en el aspecto futbolístico.
A esa altura, Unión no necesitaba un psicólogo, sino un ejército de profesionales que lograra reforzarle la autoestima. No era nada sencillo lo que tenía por delante el cuerpo técnico encabezado por Sebastián Méndez. Y claramente, a lo que primero debía apuntar, era a levantarles la moral.
Había que modificar drásticamente la actitud a la hora de encarar los partidos. Ante Sarmiento, el Rojiblanco jugó como si ya estuviera descendido. Sin compromiso, ni actitud y la derrota fue lógica. Y para visitar a Central Córdoba, el Gallego Méndez pateó el tablero buscando una reacción anímica y sacudir el amor propio de sus jugadores.
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Mandó a la cancha a futbolistas que no venían jugando como por ejemplo Nicolás Paz, Joaquín Mosqueira y Jerónimo Domina. Y todos ellos respondieron, en el caso de Paz se afianzó como si no estuviera jugando sus primeros partidos y Domina abrió el marcador para encaminar el triunfo ante Gimnasia, con apenas 17 años.
Ante Central Córdoba, mejoró en el complemento y lo terminó ganando con el gol de Enzo Roldán. Contra Huracán, fue aceptable lo del primer tiempo y aprovechó la única que tuvo con el gol de Mauro Luna Diale. En el segundo tiempo, solo resistió, no jugó bien, pero se quedó con un triunfazo.
Mientras que ante Gimnasia, jugó su mejor partido, superando ampliamente al Lobo en el primer tiempo. El equipo lució intenso, con mucha movilidad y por momentos con buen circuito de juego. Hubo combinaciones interesantes, que no habían sucedido antes.
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El equipo se liberó y esa mejora anímica se trasladó al juego. La evolución que experimentó Unión en estos partidos, arrancó por la cabeza y se trasladó a los pies. Y es que futbolísticamente, el Tate dio un paso adelante, es cierto que la oposición del Lobo fue escasa, pero ante otros rivales limitados, el Tate no supo aprovechar.
En virtud de lo observado en los últimos encuentros, fue un acierto el cambio de esquema implementado por el Gallego Méndez. La línea de cinco, conformada por tres marcadores centrales y dos laterales, les permitió a estos últimos pasar con mayor decisión al ataque y al bloque defensivo estar más protegido.
De hecho, en los tres triunfos, Unión mantuvo la valla invicta. Este presente de Unión no es para descorchar ni mucho menos, pero sí es indudable que esa mejora que arrancó por el temperamento y la solidaridad para jugar los partidos, se prolongó a la intención de jugar mejor, que ante el Lobo se plasmó dentro del campo de juego.