No importa cuando se lea. Colón jugó en condición de visitante y perdió. Fue la cuarta derrota consecutiva fuera del Brigadier y la cuarta por el mismo resultado.
Colón parece no cansarse de tropezar siempre con la misma piedra
Colón repite sistemáticamente errores que lo llevan a perder todos los partidos en condición de visitante y que lo alejan del primer puesto
La historia que se repite en Colón sin solución a la vista
Como si además se empeñara en perder nada más que por un gol. Dando siempre la sensación de estar a tiro en el resultado pero con la película teniendo el mismo final.
Es extraño, llamativo y pueden seguir los adjetivos para tratar de entender el motivo por el cual Colón pierda cuatro partidos al hilo como visitante y con idéntico resultado.
Pero además con desarrollos de juego muy similares. Es decir, el rival aprovecha un error puntual de Colón, se pone en ventaja, retrocede y defiende el resultado, ante un equipo que genera poco y cuando lo hace falla en la definición.
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En fútbol se gana por goles y no por merecimientos. Ante Nueva Chicago, el Rojinegro debió al menos empatar. Contra Aldosivi, quizás la igualdad era lo más lógico y contra Patronato, un empate no hubiese estado mal.
Pero a todos esos partidos los terminó perdiendo. Mucho más por impericia propia que por mérito del rival. La mayoría de las veces Colón pierde contra Colón. Y eso es lo más preocupante.
Es un equipo que se autoboicotea. Y que cuando el rival se pone en ventaja, la sensación es que será casi imposible, por no decir imposible, que logre revertir el resultado.
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Una vez más, el rival le marcó un gol en la primera etapa y Colón dispuso de mucho tiempo para lograr al menos llegar a la igualdad. Pero la historia volvió a repetirse, con final calcado.
A esta altura, es insostenible lo que genera el equipo cada vez que sale de Santa Fe. Imposible de entender, por más que haya mejorado en el rendimiento.
Con Iván Delfino en el banco y ahora con Rodolfo De Paoli, Colón no es confiable cuando juega como visitante. Y los rivales saben bien qué hacer. Es decir, esperar a que el Sabalero caiga solito en la trampa.