Colón jugó la final contra Gimnasia como un partido más. Enfrentó a un rival limitado que llegaba muy cuestionado, pero que durante 90' tuvo lo que no mostró el Sabalero. Y es que el equipo dirigido por Israel Damonte volvió a evidenciar toda su desidia y desaprensión para disputar el encuentro más importante de los últimos años.
Un equipo desalmado que hundió a Colón en el descenso

El equipo no estuvo a la altura de las circunstancias y dejó a Colón en la segunda categoría.
El equipo jamás entendió la situación y mucho menos se hizo cargo, sumado a un entrenador perdido que hizo en el partido contra Vélez cuatro cambios en el entretiempo y con Gimnasia tres. Colón con un punto ante Vélez safaba del descenso y si ganaba era muy factible que jugara los playoffs.
Pero la displicencia que evidenció en el partido con Vélez lo condenó a jugar un desempate. Y cuando ante el Lobo era el momento de dar un plus no lo hizo. Recién en el final del cotejo pudo llegar al empate, pero mucho antes Gimnasia le perdonó la vida. Colón no estuvo a la altura de las circunstancias y lejos estuvo de mostrar personalidad y carácter.
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Fue un equipo derrumbado en lo anímico y en lo futbolístico. Aquellos dos triunfos ante Atlético Tucumán y Talleres fueron un oasis en el medio del desierto, destacando que ambos rivales jugaron casi en puntas de pie. Pero en los partidos claves y ante adversarios que salieron a jugar con el cuchillo entre los dientes, Colón hizo agua.
Al Rojinegro se lo terminaron llevando puesto desde lo actitudinal y por eso fuera de Santa Fe dejó una imagen paupérrima e indigna. No se puede concebir que un equipo pierda siete partidos de manera consecutiva, seis como visitante y el último en cancha neutral. Indudablemente que subyace un problema de índole mental.
Colón se fue al descenso por el aspecto futbolístico, pero fundamentalmente por la cuestión anímica. Claramente el Sabalero tenía mejor plantel que la mayoría de los que peleaban abajo, pero le faltaban otras cosas. El fútbol no solo es jugar a la pelota, también hay otros aspectos tan o más importantes que darle un pase a un compañero.
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Y es ahí en donde falló este equipo. Cuesta entender que un plantel con los nombres que tiene Colón haya perdido la categoría, pero lo más llamativo es que descendió justificadamente. Y es que de todos los equipos que peleaban por no descender, fue el que menos actitud y temperamento demostró.
Salvo algunos nombres, el resto quedó en deuda por no saber interpretar el contexto y todo lo que Colón se estaba jugando. Esa desidia resultó fatal y los resultados están a la vista. Perdió partidos increíbles en los que estaba ganando y se lo dieron vuelta de una manera poco creíble.
El final parecía escrito, pero Banfield le dio una vida más al ganarle a Gimnasia. Colón volvió a respirar y tenía por delante la gran chance de resucitar, pero ni siquiera aprovechó los guiños del destino. Continuó con su faceta de autoboicot y rifó su lugar de privilegio en la máxima categoría. Nadie hizo más méritos que este plantel para dejar a Colón en la Primera Nacional.