A la redacción de UNO llegó un texto de una persona que habitualmente debe viajar en colectivo en la ciudad de Santa Fe:
"La odisea de tomar un colectivo colorado"
"Todo santafesino que dependa de un ingreso medio y que por la inflación ha bajado a la categoría de pobre, se encuentra con dificultades a la hora de subsistir. Más allá de los diferentes avatares de la vida diaria, hay una aventura que debe sobrellevar si no es poseedor de un vehículo: tomar un colectivo para dirigirse a sus ocupaciones.
"De las diferentes líneas que circulan en la ciudad, algunas medianamente cumplen los horarios y otros aspectos. Pero, quienes deban tomar colectivos colorados, se adentran en la agobiante e inimaginable experiencia de viajar a lo desconocido.
"Entre lo que significa la espera interminable en las paradas donde se amontonan las personas, a veces por horas (ni qué decir los fines de semana o feriados), hasta el arribo del cascajo desvencijado al que hay que ascender para ir a destino transcurren escenas de indignación y disgusto y miradas insistentes a la aplicación «Cuándo pasa». Y allí empieza la segunda parte de la habitual hazaña que se repite dos veces o cuatro al día para muchos usuarios, para algunos también los fines de semana.
Coches decrépitos
"Después de la larga espera, y principalmente las mujeres que permanecieron y no optaron por otro medio, mientras abonan el boleto de $85 con la Sube, increpan con impaciencia al chofer, este alude vagamente a "roturas" u otros inconvenientes. Hay algunos conductores que heroicamente mandan a las protestonas a que se quejen en la radio o a los medios. Acto seguido el que maneja intenta arrancar y en más de una oportunidad no logra despegar la nave de la esquina. Otras veces, con compañeros de la línea comparten los desperfectos técnicos que tienen las cuasichatarras que deben conducir. Los clientes cautivos de la línea son testigos involuntarios de estas conversaciones donde además los empleados se quejan de sus cuitas a la hora de cobrar sus haberes.
"Por otro lado, amén de la parte mecánica, los vehículos carecen de la mínima higiene, muchas veces hay partes filosas en los asientos o insondables huecos en el piso. Ni qué hablar cuando el armatoste debe cruzar por el puente Oroño hacia El Pozo, o en la continuación al megamercado o hacia las rutas de la costa, los creyentes deben encomendarse a su dios y quienes no crean comenzarán a hacerlo.
El gran bonete...
"Sin intención de cargar las tintas contra los dueños de las empresas de transporte por la desidia en la adquisición de unidades o el mantenimiento de las mismas, hay otro actor que debiera intervenir para que las pobres víctimas que son los pasajeros no tengan que sufrir los contratiempos de ensuciarse y hasta de correr peligros de muerte cuando pagan y se suben a los colectivos colorados, y son los organismos de control. ¿Por qué se les exige a los autos particulares la RTO y al transporte de pasajeros urbano no?
"Por supuesto que la presunción es que quienes deben inspeccionar los vehículos en cuestión, nunca, pero jamás de los jamases, toman un colectivo".