“Las lluvias son el final del velatorio: ya enterramos la campaña 2022/23”. Así empieza el último reporte de la Guía Estratégica para el Agro (GEA), el servicio de estimaciones agrícolas de la Bolsa de Comercio de Rosario.
Llegaron las lluvias y se avizora un cambio importante en el clima: ¿alcanza para recuperar los niveles de cosecha?
Así resume el ánimo de los actores agropecuarios frente a las precipitaciones que llegaron con el cambio de estación: una bienvenida cargada con algo de rencor por la demora.
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Los 50 mm promedio que cayeron en la zona núcleo no impidieron que las primeras cosechadoras que entran a los lotes se encuentren con escenas deplorables tanto en soja como en maíz.
Según la GEA, el cereal tardío se desplomó por las brutales condiciones ambientales anteriores a las tormentas: en 15 días los promedios cayeron 20 quintales y se perdieron al menos 90.000 hectáreas más.
Después de 50 días regresaron lluvias importantes a la región núcleo. Cayeron 50 mm en promedio en la región. Pero dentro de ese cuadro hay registros que superaron los 100 y marcas casi nulas en el Norte de Buenos Aires, según informó la Bolsa de Comercio.
La parte buena es que el cambio en el patrón de clima parece haber llegado a partir de la segunda quincena de marzo. De acuerdo al doctor José Luis Aiello, “los condicionantes de escala regional han cambiado positivamente favoreciendo el tránsito hacia un otoño con lluvias normales”. El consultor Elorriaga coincide, aunque advirtió que “no puede garantizarse que en un corto plazo llueva lo suficiente para compensar los requerimientos de los perfiles de suelo tras tres años Niña”.
Para los técnicos consultados por GEA, “las lluvias son el final del velatorio: ya enterramos la campaña 2022/23”. Sí ponen un piso a las pérdidas. Ahora, al menos, “hay una idea de lo que podrá cosecharse”.
Respecto a los maíces tardíos explican que el 30% de las siembras de diciembre no lograron formar espigas pero que hay otros lotes en los que ahora tienen posibilidades de alcanzar los 25 a 30 qq/ha. La mayor esperanza está puesta en las siembras de fines de enero: “si no los agarra una helada temprana, podrían dar una sorpresa y alcanzar hasta 30 qq/ha”, indican.
Al inicio de campaña, en la región núcleo se esperaban 10 millones de toneladas de maíz. El 8 de febrero la estimación bajó a 4,9 millones. Y el 23 de marzo a 3,2 millones. La cosecha sólo será el 32% de lo que se esperaba y un cuarto de lo que fue el ciclo pasado.
De acuerdo al Servicio de Estimaciones Agrícolas (SEA) de la Bolsa de Santa Fe y el Ministerio de Producción provincial, en el centro norte santafesino la situación de la cosecha de soja de primera y de segunda, y de maíz tardío, es “irreversible”.
La cosecha de maíz llegó al 75% de la superficie sembrada y los rendimientos que se registran son “muy bajos”. En 9 de Julio, General Obligado, Vera y norte de San Javier, los mínimos oscilaron entre 6 y 12 quintales por hectárea. Los máximos, entre 25 y 35 y hubo lotes puntuales de hasta 56. En el centro, departamentos San Cristóbal, San Justo, Castellanos, Las Colonias y La Capital, los pisos son de 8 a 20 quintales y los techos de , 30 a 45.
En su panorama agrícola nacional, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires señaló que las últimas lluvias “mejoran la condición hídrica del área sembrada de soja”, aunque el 39,5% dse encuentra entre pleno llenado y madurez fisiológica, por lo que dichas precipitaciones “no impactarán sobre los rendimientos”.
Con este panorama, la discusión ya se traslada a la de las herramientas con las que se afrontará la próxima campaña. Por el lado del clima, algunos informes sostienen que en la Pampa Húmeda y en la zona de Rosario se precisan 300 milímetros de agua en el perfil de suelo para ir pensando en la siembra de trigo.
También se necesitará plata. Y acá se suma otro problema porque los precios internacionales no están respondiendo al escenario de escasez de la Argentina sino al de abundancia de Brasil. El ingreso de la supercosecha del país vecino al mercado internacional demuele las cotizaciones de Chicago. El miércoles, el poroto de soja cayó más de u$s 10 la tonelada, hasta u$s 521,58 la tonelada, y el aceite de soja, $ 54,4.
Frente a esto, “la gran expectativa del agro argentino está puesta ahora en un dólar soja en cosecha”, dijo esta semana el profesor e investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, Dante Romano. Según el especialista todos se beneficiarían con la medida: “El gobierno, inyectando dólares y recaudación en un momento muy complicado; la industria, permitiendo recibir gran cantidad de soja con un mejor margen; los productores, que compensarían con esto la merma productiva, y la cadena financiera del agro, que de esta forma aseguraría la cobranza de los créditos a cosecha”.
Es que hoy, “las ventas brillan por su ausencia, los productores están a la espera de un dólar soja y el problema es que tampoco tuvieron trigo, ni maíz temprano, y para colmo el roleo de DJVE de maíz hace poco atractiva su venta”, señaló.
Por eso, entendió que “los gatillos de venta de este año” no van a ser ni el precio en dólares ni el aspecto logístico, que con menos cosecha será más sencillo de manejar, sino el financiero: entre mayo y junio se producen los vencimientos de la financiación a cosecha, y en ese momento algo deberá venderse. “El gran riesgo, es que se decida no vender nada, y renegociar los vencimientos a la espera de un dólar soja”, añadió.
¿Y si no se produjera? El profesor de la Facultad de Ciencias Empresariales explica que quedarían dos caminos: “Vender para pagar cuentas, o no hacerlo y generar un problema en la cadena de pagos”.