El jueves 13 de abril, Sebastián Méndez llevó adelante su primer entrenamiento como DT de Unión y debutó el domingo 16 en el empate ante Tigre 0-0. Con apenas tres prácticas, el técnico apuntó a reforzar la parte anímica, ya que el equipo venía de cuatro derrotas consecutivas y dos goleadas al hilo.
En Unión todavía no se observa la mano del entrenador
Lo cierto es que el equipo mostró entusiasmo y estuvo muy cerca de ganar el partido. La primera impresión resultó positiva, teniendo en cuenta los pocos días de trabajo. Sin embargo, con más tiempo para comenzar a imprimir su idea, Unión jugó mal y perdió contra Arsenal.
Luego vendría el empate ante Godoy Cruz jugando un pésimo primer tiempo y mejorando el segundo. Y el último antecedente es la eliminación de la Copa Argentina con una actuación paupérrima en el complemento, ante un rival de una categoría inferior.
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Con Méndez en el banco, Unión cosechó tres empates y una derrota, pero uno de los empates terminó en la eliminación de la Copa Argentina. Pero más allá de los pobres resultados, lo preocupante es el nivel de juego y la falta de respuestas anímicas.
En casi un mes de trabajo, Méndez y su cuerpo técnico no mejoraron al equipo en ningún aspecto. Porque sigue tan endeble como antes en cuanto a lo mental y juega igual o peor que cuando Gustavo Munúa era el entrenador. La realidad es que hay muy poco o casi nada para rescatar.
Unión es un equipo abatido, con mandíbula de cristal. Ante el primer gol, no muestra ningún tipo de reacción. Arsenal le dio vuelta un resultado y Almagro se lo empató y casi se lo gana. Pero además, no hay una línea de juego, por lo cual, claramente, no se sabe a qué juega el Tate.
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Hasta aquí, el Gallego Méndez no pudo imprimirle su sello. Unión no es un equipo que presiona, ni tampoco muestra intensidad. No tiene juego y mucho menos sociedades, por momentos, la única solución parece ser la velocidad de Imanol Machuca para encarar.
En los cuatro partidos que lleva dirigidos, ningún futbolista se potenció. No pudo lograr que algún jugador levante su rendimiento. En consecuencia, da la sensación que todavía no pudo llegarle al plantel, o en todo caso, los futbolistas no supieron decodificar el mensaje.
Si bien Méndez tiene crédito y hay que darle tiempo, la realidad es que se esperaba una reacción que no llegó. Por eso, el equipo sigue sin ganar, juega mal y no tiene reacción ante la primera adversidad.