El 12 de diciembre de 1995, la localidad de Recreo, en el norte del departamento La Capital, quedó marcada para siempre por uno de los crímenes más atroces de la historia santafesina. Ese día, Marcelo “El Chajá” Ferreyra, un preso fugado de la cárcel de Las Flores, ingresó a la vivienda N° 41 del barrio Hipotecario y desató una matanza que conmocionó al país.
A 30 años de la masacre de Recreo, el testimonio de la única sobreviviente: "Los jueces lloraban mientras me escuchaban"
Un 12 de diciembre, pero de 1995, Marcelo "El Chajá" Ferreyra, un prófugo de la cárcel de Las Flores, asesinó a una mujer embarazada, a cuatro de sus hijos y violó a Claudia -su otra hija de 14 años-, quien dialogó en exclusiva con UNO Santa Fe
Por Juan Trento
UNO Santa Fe
Claudia Guadalupe Vega cuenta su testimonio 30 años después de "La Masacre de Recreo"
Ferreyra, que había escapado del penal el 1° de diciembre junto a otros cuatro reclusos —en una fuga rodeada de irregularidades y sospechas sobre connivencia policial—, caminaba libremente por Recreo pese a su peligrosidad.
Esa mañana irrumpió en la casa de la familia Vega-Toledo. Allí asesinó a puñaladas a Nélida Susana Toledo, embarazada de ocho meses y medio, y a sus cuatro hijos menores: Alberto (11), Sebastián (10), Roberto (8) y Cristian (un año y medio).
También atacó a Claudia Guadalupe Vega, de 14 años, a quien violentó y golpeó, pero que logró escapar cuando el agresor se quedó dormido. Su testimonio permitió alertar a la policía y reconstruir el horror que había ocurrido puertas adentro.
La captura de Ferreyra se produjo horas más tarde, después de un intercambio de disparos y un intento fallido de huida en ambulancia, haciéndose pasar por herido.
Hoy, a 30 años del hecho, Claudia —hoy de 44 años— acepta hablar nuevamente. Lo hace desde una localidad del norte del departamento La Capital, con una serenidad que contrasta con una historia marcada por la violencia, la pérdida y la reconstrucción.
El testimonio de Claudia Guadalupe Vega a UNO Santa Fe
— Hace 30 años que la masacre de Recreo atravesó completamente tu vida. ¿Qué te pasó a vos en estos 30 años transcurridos?
— Me convertí en la mamá de cuatro hijos, dos mujeres y dos varones: Abril, de 22; Inti, de 18; Ian, de 14, y Victoria, de 9.
— ¿Cómo hiciste para contarles a tus hijos la historia de tu vida, atravesada por la masacre en la que asesinaron a tu mamá embarazada y a tus cuatro hermanos?
— Ellos siempre preguntaron por su abuela materna, por mi mamá. La más grande se enteró por una amiga, porque le mostró el diario sobre lo que me había pasado. Cuando llegó a mi casa me preguntó, y entonces tuve que contarle. Los otros tres nunca me preguntaron. Yo sé que ellos lo saben, pero salvo mi hija mayor, el resto nunca me lo preguntó. Se enteraron por sus amigos.
— ¿Cómo hiciste para volver a armar tu vida? Porque en aquel momento solo te quedaba tu papá y vos tenías solamente 14 años.
— En el transcurso de la vida, en ese momento tan complicado, me fui a vivir con mi tía y su familia. Los verdaderos psicólogos de mi vida fueron mis hijos. Cuando yo fui mamá empecé a poder superar algunas cosas tristes y de las más dolorosas de mi vida.
— Cuando decís que se siguen sintiendo las heridas, ¿significa que aún persiste el impacto de lo que viviste? Que fuiste violada, que pudiste escaparte y que respondieron primero los vecinos y luego la Policía.
— Sí, eso es cierto. Yo salí a pedir ayuda a los vecinos. Ellos me ayudaron y llamaron a la Policía. Así fueron las cosas.
— ¿Qué te pasa cuando llega fin de año, porque estos hechos ocurrieron un 12 de diciembre?
— Bueno… Las fiestas no son para mí lo mismo que para cualquiera. Pero se pasa.
— Pasaron los años, creciste, hubo una causa judicial y un reclamo al Estado que finalmente cobraste. Pero también viviste una situación muy difícil con quien era tu pareja.
— Conocí a un hombre que es el padre de mis dos últimos hijos. Yo cobré el dinero de la indemnización del Estado y le dejé a él que manejara todo. Él se quedó con todo lo que me pagó el Estado. Yo tuve que volver a vivir con mi padre, en Recreo.
— ¿Cuál es la relación que mantenés con tu papá?
— Obviamente después de lo que pasó hubo distintos momentos. Hay que recordar que mi papá era camionero cuando ocurrió la masacre. Cuando él pudo volver, solo yo estaba viva. Mi mamá y mis cuatro hermanos habían sido asesinados.
— ¿En algún momento recurriste a ayuda profesional, psicólogo o psiquiatra?
— Busqué ayuda. Fui a un psicólogo, y después a otro, pero les contaba lo mío y era más doloroso. Era más un castigo que un beneficio. Me arreglé sola.
— ¿Sos consciente de que la Masacre de Recreo es un hecho de trascendencia nacional del que la gente no se olvida?
— Sí. Cuando saben que soy yo, por algún motivo, la solidaridad es espontánea. La gente me lo hace saber. Soy plenamente consciente.
— ¿Seguís manteniendo relación con gente de Recreo que conociste de chica?
— Sí, claro que sí. Sigo manteniendo un grupo con mis amigos de cuando éramos chicos. Mis raíces están en Recreo. Hoy todos somos grandes, entre 40 y 50 años. Voy seguido; cuando lo necesito, voy.
— Hay gente que, después de vivir situaciones traumáticas, se vuelca a la religión. ¿A vos te pasó?
— No. A mí no me pasó. Al contrario. Yo estuve muy enojada siempre. Nunca pude entender por qué me tocó enfrentar este desastre. No fui por ese lado para encontrar una salida.
— ¿Sentiste que la gente te acompañó desde el principio?
— Sí. Siempre me sentí muy acompañada por la comunidad de Recreo. Por todos. Por mi familia —lo que me quedó—, por mis vecinos, por mis amigos de la infancia, por mis maestras, por mis profesoras, por toda la gente que marchó pidiendo justicia.
— Hoy, a 30 años, ¿qué pensás del autor de la masacre, “El Chajá” Ferreyra?
— No sé. Francamente, no sé. A veces me pregunto: si lo tuviera enfrente, no sé qué haría.
— ¿No lo pudiste perdonar?
— No. Obvio que no lo podría perdonar.
— Cuando declaraste ante la Justicia, tuviste que narrar lo que viviste una y otra vez.
— Sí. Eso fue tremendo. Cada cinco minutos tenés que ir y volver a contar todo tu calvario. Una, dos, tres y mil veces.
— ¿Sos consciente de que tu relato fue decisivo para condenarlo?
— Fue crucial en ese momento el acompañamiento de mi abogado. Él estuvo desde el principio hasta el final.
— ¿Los jueces y funcionarios te escucharon conmovidos?
— Sí. Me escuchaban. Y hasta han llorado.
— ¿Tu papá y vos alguna vez pudieron hablar de lo que pasó?
— No. Nunca. Jamás pudimos hablar de todo esto. Mi papá me abraza y está todo dicho.
— ¿Cuáles son tus expectativas hacia el futuro?
— Mi alegría son mis cuatro hijos. Y seguir adelante de la mejor manera posible. Mi hija mayor estudia Ingeniería Industrial. El segundo terminó la secundaria y va a estudiar Administración de Empresas. El tercero está en el secundario y la más chica pasó a quinto grado.
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