Todos los días, cientos de transeúntes y conductores en sus vehículos que circulan por la esquina de Crespo y Urquiza, en pleno macrocentro santafesino, observan una postal que sorprende, o al menos, llama la atención. La imagen de un hombre canoso, de buena apariencia, parado con un cartel en sus manos debajo de un semáforo. "Jubilado en situación difícil y precaria solicita colaboración. Gracias", reza el mensaje del cartel plastificado que Carlos sostiene entre sus manos. Tímido, sencillo y hasta con vergüenza, el jubilado de 73 años entabla diálogo con las personas que se les acercan a preguntar por su situación.
La historia de Carlos, un jubilado que pide "colaboración" en una esquina

Carlos y su difícil situación como jubilado que lo empujó a la calle.
Es porteño, quedó viudo y hace tres años vive en Santa Fe. Jubilado de profesión comerciante, durante más de 25 años trabajó en Buenos Aires en el rubro inmobiliario. Sin dar muchos detalles de su vida particular, ni de cómo desembarcó en la ciudad, Carlos hace tres meses pasa dos horas por la mañana y dos horas por la tarde parado con su cartel en la mencionada esquina.
Carlos cobra la jubilación mínima, que en la actualidad ronda los 26 mil pesos, y sostiene que con ese dinero solo paga "el alquiler y algo más" y no le alcanza "para vivir dignamente" los últimos años de su vida.
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Luego de revisar su economía y hacer números de su día a día, en una cotidianidad que se complicó producto de la pandemia y la situación económica del país, Carlos tomó la decisión de pararse en la esquina de Crespo y Urquiza, cerca de su casa, y probar suerte. Asegura que su determinación no la considera como "deshonrada" y que para él hoy es su "trabajo" pedir colaboración en una esquina; y así se prepara mentalmente todos los días.
Carlos, como porteño, se sorprende y afirma con énfasis que el pueblo santafesino es "impresionantemente solidario", pero que "mala gente hay en todos lados". Por ejemplo, en estos días, en la esquina de Crespo y Urquiza, ya le ofrecieron desde "administrar un negocio de venta de drogas en una oficina" como también "prostituirse".
La gente lo ayuda con lo que puede, algunos con más, otros con menos. Según contó Carlos, le entregaron hasta billetes de moneda extranjera. Muchas personas lo ayudan con bolsas de alimentos y hasta le dejaron un maple de huevos. Contó además que hasta gente muy humilde le ofreció la poca plata que tenía en sus bolsillos.
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Carlos entiende sus limitaciones con 73 años y está convencido que quiere terminar su vida viviendo dignamente; sabe que solo con la jubilación mínima no le alcanza para su objetivo, pero mientras tanto, tomó la decisión de pararse en una esquina con su cartel las horas que su cuerpo se lo permite. ¿Sorprende esta postal o estamos acostumbrados a observar en las esquinas pidiendo "colaboración" a personas con otro semblante? De más está debatir el sueldo de pobreza que representa lo que cobra un jubilado todos los meses en el país.