En su segunda etapa como técnico de Colón, Eduardo Domínguez dirigió un solo partido que fue el triunfo como visitante ante Rosario Central por 3-1. Y el primer amistoso que disputó fue ante el mismo rival con otro resultado positivo, aunque esta vez fue goleada por 4-1. Casi el mismo marcador, pero fundamentalmente muy parecido el estilo de juego en ambos encuentros.
En Colón el que no corre no juega
Puede gustar o no, pero la realidad indica que Domínguez tiene en claro lo que pretende del equipo. Nunca se caracterizó por ser un técnico que priorizara la tenencia del balón. Muy por el contrario, siempre se sintió más cómodo en el rol de presionar, esperar, achicar espacios y contragolpear. Prescindir del balón, cortas transiciones y mucha explosión.
Y es por eso que eligió a intérpretes que tienen esas características. Hoy para jugar en Colón primero tenés que correr, el sacrificio no se negocia, el orden táctico y las obligaciones tampoco. Todos retroceden a ocupar espacios. Un ejemplo de ello en el amistoso con Central fue el despliegue de Wilson Morelo quien bajaba a campo propio para intentar recuperar el balón.
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El esquema táctico que tanto se dijo ser un 3-5-2, en verdad fue un 5-3-2, ya que tanto Alex Vigo como Gonzalo Escobar fueron más laterales que carrileros. Y es lógico que así sea, ya que por características son dos laterales, que pueden pasar al ataque, pero que se sienten más cómodos arrancando desde atrás.
Esos cinco defensores le dieron orden al bloque defensivo, pero además protegen a los volantes centrales. Como por ejemplo en el caso de Federico Lértora, reducir espacios y replegarse con mucha gente le permitió no tener que cubrir tanto campo, como le sucedía antes y lo dejaba muy expuesto.
Este sistema parece muy adecuado sobre todo ante rivales que arriesgan en la salida como pasó con Central. Y también con aquellos equipos que proponen un palo a palo. Será para revisar este esquema cuando juegue de local y el rival lo espere atrás. Allí quizás debe sacrificar un defensor y sumar un jugador de características más ofensivas.
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Está muy claro que en Colón el que no corre no juega, no es casualidad que el entrenador deje afuera a dos delanteros de jerarquía y talento como Luis Rodríguez y Lucas Viatri. Pero tiene que ver con el estilo de juego, esos dos futbolistas no pueden llevar adelante el trabajo de presionar y retroceder que hacen Chancalay junto con Morelo.
La idea de ser intenso y dinámico requiere de una condición física indispensable y por ello, el cuerpo técnico se inclina por jugadores más rápidos y explosivos. Como por ejemplo la aparición de Facundo Farías, que está para el desequilibrio, pero que de ninguna manera se desentiende a la hora de correr y recuperar el balón.
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Por ello, la solidaridad es uno de los atributos que impera en este equipo. Con muchas cosas para corregir sobre todo en lo que concierne a los circuitos de juego, el predicamento de Domínguez le llegó al jugador. Se observa un equipo muy comprometido con las deficiencias lógicas, pero con el mensaje y la premisa muy clara. El lirismo no corre en este Colón y la palabra de moda es el pragmatismo
Es cierto que apenas fue un amistoso y anteriormente el partido oficial con el plantel anterior. Pero también hay que analizar el pasado de Domínguez en el banco rojinegro y entender que su estilo se mantiene inalterable. Difícilmente Colón llene los ojos a partir de lo estético, pero eso parece no importarle al DT, su ideología pasa por conformar un equipo sólido, eficiente, competitivo y que por sobre todas las cosas, obtenga buenos resultados.