Vanina Oroño es la dueña del jardín maternal La Casa del Campo en la localidad de Rincón e integrante de la Asociación de Jardines Maternales de Santa Fe y hace seis meses no puede trabajar, ya que no están habilitados para abrir sus puertas desde marzo pasado.
"Hace 6 meses me quitaron un bien único para mí, mi libertad de decidir, de expresarme y de trabajar"
Si bien reciben tanto ayuda del gobierno nacional como del provincial, la agrupación de Jardines Maternales de Santa Fe sigue manifestando que no alcanza para cumplir con todas las obligaciones impositivas y sociales. "Muchos se la están rebuscando con otros trabajos, vendiendo productos y agradeciendo a aquellos padres que aún siendo muy pocos, colaboran en el pago de las cuotas", afirman.
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Por otro lado siguen denunciando la existencia de lugares "clandestinos" o que no cuentan con la habilitación necesaria, donde algunos padres dejan a sus hijos, porque los jardines están cerrados. Su esperanza está puesta en el tratamiento de la ley de salvataje a los jardines que espera ser tratada y que plantea la creación de un fondo de 180 millones de pesos para rescatar a más de 450 jardines particulares que tiene la provincia de Santa Fe, junto con la exención de impuestos provinciales por un año.
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Además dice el proyecto de ley que aquellas instituciones que se postulen recibirán un beneficio de hasta 800 mil pesos no reintegrables con el compromiso de destinar becas y medias becas, en próximos ciclos lectivos, para niños, derivados por el Gobierno Provincial.
Mientras esperan por una solución, Vanina decidió hacer público su sentimiento a más de seis meses de no poder abrir sus puertas ni de poder trabajar. Lo hizo a través de las redes sociales.
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Carta completa:
No se lo deseo a nadie
Hace seis meses me quitaron un bien único para mí, mi libertad de decidir, de expresarme y de trabajar.
Me subestimaron con que no soy capaz de cuidarme o cuidar a los demás. Cuando cuido mi cuerpo y mi espíritu por sobre todas las cosas. Cuando cuidé a dos hijos más que a mí misma, dándoles herramientas y fomentando sus fortalezas para salir a la vida.
Cuando cambio pañales, enseño a caminar, a hablar, sé cuando tienen frío, hambre, sueño o extrañan a su mamá... sé de cuidar más que nada en el mundo a los niños.
No le deseo a nadie que tu trabajo al que apostaste, le pusiste todo, con el que corriste el riesgo, con el que generás trabajo y un lugar maravilloso para que las familias puedan dejar a sus hijos, que hacía con tanto amor, desaparezca... que vendas lo que sea para sostenerlo... que no tengas para pagarle a tus empleadas.
Realmente no se lo deseo a nadie.
No le deseo este país a nadie, una sociedad sin empatía, que cree que querer trabajar es descuidar a los demás... que cree que somos responsables que lo que le corresponde al Estado.
No le deseo a nadie esta impotencia, este dolor por mí y mis compañeras de los jardines maternales de todo el país.